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Actualizado: 7 de septiembre de 2025
Se apresuraron a desatarme; me entregaron libre al cura, quien me abrazó llorando de emoción; vinieron a suplicarme que los perdonara y en ese momento apareció mi infeliz mujer, jadeando de fatiga, gritando y mostrando en sus brazos a mi hijo más pequeño, implorando piedad para mí.
Tiene talento, ¿verdad? preguntó, implorando una palabra favorable . Siempre le he creído inteligente... Algo diablo, pero el carácter cambia con los años... Ahora es otro hombre. Y casi lloró al oir cómo el español, con toda la vehemencia de su verbosidad pronta al entusiasmo, ensalzaba al ausente, describiéndole como un gran artista que asombraría al mundo cuando le llegase su hora.
Los pobres que trabajaban en el Nuevo Mundo como agricultores ó dependientes de tienda se acuartelaban en un matadero de las afueras. Algunos que eran músicos habían adquirido instrumentos viejos y formaban murgas vagabundas, implorando limosna con sus rugidos de pueblo en pueblo. Pero transcurrían los meses, la guerra se prolongaba, y nadie podía columbrar su término.
Unos habían perecido aplastados instantáneamente: otros habían quedado enterrados en vida, en un socavón, aislados del mundo por centenares de toneladas de mineral. La gente acudía para pegar sus oídos con horror á los peñascos desmoronados, creyendo escuchar los gritos implorando auxilio, los gemidos de los infelices que perecían lentamente en la obscuridad de las entrañas de la tierra.
Gertrudis se ha puesto lívida; toda desconcertada, lo mira fijamente. El, tratando de recobrar el aliento, hunde sus miradas en la sombría corriente. ¡No había pensado en ello, Juan! balbucea la joven implorando su perdón con los ojos. Juan se echa a reír. Una alegría feroz, que le hace olvidar todo peligro, se apodera de él.
Al descubrirle se apretó contra el ciego, lanzando á su antiguo amante una mirada de súplica, de desesperación, implorando misericordia... ¡Ay, esta mirada!
Casi se puso de rodillas, implorando su perdón; cerraba los puños como si fuera á golpearse, castigando su atrevimiento. Pero ella no le dejó seguir... «¡No, no!...» Y mientras gemía esta protesta, sus brazos se cerraron formando un anillo en torno del cuello de Ulises. Su cabeza se inclinó hacia él, buscando el abrigo de su hombro.
Víctor Hugo es mi dios... dijo de pronto Ojeda interrumpiendo su murmullo poético, como si no pudiese contener más tiempo esta declaración . Y Beethoven también lo es. Ella le miró con ojos suplicantes, implorando una palabra que podía unirlos con un nuevo afecto. ¿Y Wagner?... Fernando vaciló. No tenía la serenidad olímpica, la majestad simple de los divinos.
Con mucho gusto, respondió Zadig; los bonzos os darán quanto dinero querais. Abandonad las tierras donde tienen levantados sus palacios, y no defendais mas que las vuestras. Hízolo así Nabuzan; y quando viniéron los bonzos á echarse á sus plantas, implorando su asistencia, les respondió el rey con una soberbia música cuya letra eran oraciones al cielo, rogando por la conservacion de sus tierras.
¿Qué tiene? ¿Qué pide? preguntaba con voz de angustia, como implorando luces y auxilio y fortaleza en el preguntar; mientras, a tientas, buscaba debajo del colchón los calcetines. Eufemia se encogió de hombros, y, acordándose del pudor, salió de la alcoba para que se vistiera el señorito.
Palabra del Dia
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