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Actualizado: 20 de mayo de 2025
Bueno, éste es mi camino dijo Bryce, sin que lo sorprendiera ver que Godfrey estaba bastante abatido . Bueno, me despido haciendo votos porque pueda traeros mejores noticias otra vez. Godfrey puso su caballo al paso. Se imaginaba la escena en que tendría que confesárselo todo a su padre, escena que comprendía era ya inevitable.
La misma luz, el aspecto de siempre, pero él se imaginaba oír en el silencio nocturno nuevos ruidos, ecos de cantos, la voz de Margalida. Allí estaría el Ferrer odioso, y aquel pobre diablo del Cantó, y todos los atlots bárbaros y rudos, con sus trajes ridículos. ¡Gran Dios! ¿Cómo habían podido gustarle estos campesinos?... ¡Con lo que él había visto en el mundo!...
Llevaba a su madre al teatro, la acompañaba a hacer visitas: algunas noches, cuando hacía buen tiempo, salía de paseo con ella por las calles, dándole el brazo como un marido o un galán. La belleza de Isabel no disminuía con la edad. Al verlos juntos, nadie imaginaba que eran madre e hijo, sino hermanos, cuando no esposos. Esto era causa para el joven de cierto malestar.
El se imaginaba una viña en la costa, una vivienda blanca con emparrado, á cuya sombra fumaría su pipa, y toda la familia, hijos y nietos, extendiendo la cosecha de pasa sobre los cañizos. Le unía á Ferragut una admiración familiar, igual á la del antiguo escudero por su paladín, á la de un sargento viejo por un oficial de genio.
Por esto, al enterarse el día anterior de que habían visto paseando á Miguel que ella se imaginaba enfermo , se atrevía á citarlo allí, para verse unos momentos nada más.
Flimnap tembló en su asiento. Gurdilo iba á perder la victoria que se imaginaba haber alcanzado con su discurso. Como los defensores del gobierno hablaban de economías, la opinión se iba hacia ellos.
Por esto la viuda no cesaba de pensar en el gran partido que podía sacar de Fortunata, desbastándola y puliéndola hasta tallarla en señora, e imaginaba una victoria semejante a la que Maximiliano pretendía alcanzar en otro orden. La cosa no sería fácil, porque el animal debía tener muchos resabios; pero mientras más grandes fueran las dificultades, más se luciría la maestra.
Su vista acabó de serenar al conde, porque casi excedía aquella suma a la que tenía él de banca, y ya imaginaba que iba a ganársela al novato. No hay que calentarse mucho la cabeza en este juego dijo D. Luis . Ya me parece que le entiendo. Pongo dinero a una carta, y si sale la carta, gano, y si sale la contraria, gana Vd. Así es, amiguito; tiene Vd. un entendimiento macho.
Aborrecía todo lo extranjero, y muy particularmente aquel París, donde imaginaba que los Quiñones de León no tenían influencia muy decisiva. Hasta sospechaba vagamente, con horror, que eran desconocidos. Por supuesto que procuraba apartar la mente de tan disparatada idea. Si llegase a penetrar por completo en su espíritu, ¿qué le restaba al noble caballero? Morir, y nada más.
Temía encontrarse otra vez con el prestamista y recibir su saludo familiar; se imaginaba que todo el público de los salones había seguido atentamente su entrevista con el vejete, sonriendo cuando recibía el dinero. Salió del Casino. Jamás volvería á él: ¡lo juraba! Castro, al que había visto de lejos jugando en una mesa, volvió á Villa-Sirena á la hora de comer.
Palabra del Dia
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