Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 4 de mayo de 2025
Y al proferir tales palabras, caían otra vez algunas lágrimas de sus ojos; Miguel protestó contra esta suposición; sostuvo el idealismo de su amor, cubriéndola de vivos y apasionados besos. Lucía se dejaba acariciar con resignación.
Ana que se dejaba devorar por los ojos grises del seductor y le enseñaba sin pestañear los suyos, dulces y apasionados, no pudo en su exaltación notar el amaneramiento, la falsedad del idealismo copiado de su interlocutor; apenas le oía, hablaba ella sin cesar, creía que lo que estaba diciendo él coincidía con las propias ideas; este espejismo del entusiasmo vidente, que suele aparecer en tales casos, fue lo que valió a don Álvaro aquella noche.
De todas suertes, lo que le pasaba probaba que aún era joven, que no era por necesidad disfrazada de idealismo por lo que se juraba ser platónico, siempre platónico, o por lo menos indefinidamente, en sus relaciones con la fiel y querida amiga.
Hé aquí cómo se defiende Kant de la nota de idealismo: «Cuando digo que en el espacio y el tiempo, la intuicion de los objetos exteriores y la del espíritu, representan estas dos cosas tales como ellas afectan nuestros sentidos, no quiero decir que los objetos sean una pura apariencia; porque en el fenómeno, los objetos y hasta las propiedades que nosotros les atribuimos, son siempre consideradas como alguna cosa dada realmente; sino que como esta calidad de ser dada, depende únicamente de la manera de percibir del sujeto en su relacion con el objeto dado, este objeto como fenómeno, es diferente de sí mismo, como objeto en sí.
Esto equivale á plantear el problema de la inteligencia; que por lo mismo que es inteligencia, es una y simple, y capaz de percibir la multiplicidad y la composicion. Si es aplicable á la extension, lo que se dice de las demás sensaciones, el idealismo triunfa; el mundo real, si existe, es un ser que nada tiene de parecido á lo que nosotros pensamos. II, capítulos VII, VIII y IX, y Lib. III, cap.
Porque si decimos que solo conoce el principio de causalidad de la representacion subjetiva de lo extenso, resulta que en los objetos no hay la verdadera extension; pues que viendo él todo lo que hay, si no la ve, no la hay. Estamos pues en el idealismo de Berkeley: un mundo externo sin extension, no es el mundo tal como lo reputa el sentido comun: es el mundo de los idealistas.
Este algo no es inherente á nosotros; está pues en sí, ó en alguna cosa que no es nosotros. Hay pues una substancia que no es nuestra substancia; y el yo y el no yo, que tanto ruido mete en la filosofía alemana, lejos de conducir á la unidad de la substancia conduce á la multiplicidad; y por consiguiente destruye el panteismo atrincherado en el idealismo.
Y como hombre de espíritu lúcido no se fijó en la contradicción superficial de los sistemas, que tanto impresiona y desencanta al vulgo. Fue más allá y vio claramente que, por debajo de esta aparente lucha, los sistemas de la filosofía moderna idealista se besaban fraternalmente. Todos estaban empapados en el mismo idealismo panteista.
La claridad, las sombras, las formas esculturales, la gallardía de las líneas, el recóndito sonido que se creería producido por la oscilación de la masa arquitectónica; aquel sonido, que hace pensar en la respiración de algún misterioso espíritu, habitante en las grandes cavidades de piedra; la variedad de objetos, la majestad de los sepulcros, el idealismo de los efectos de luz, todo esto produce estupor y recogimiento.
¡Ah, cuánta felicidad había en estas victorias de la virtud! ¡Qué clara y evidente se le presentaba entonces la idea de una Providencia! ¡Algo así debía de ser el éxtasis de los místicos! Y don Saturno apretando el paso volvía a su casa ebrio de idealismo, mojando los embozos de la capa con las lágrimas que le hacía llorar aquel baño de idealidad, como él decía para sus adentros.
Palabra del Dia
Otros Mirando