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Actualizado: 4 de junio de 2025


Si en arte son sinónimos, idealismo y poesía, nadie ante este lienzo pondrá en duda que Velázquez, el enamorado de lo real, el que nunca debió de pintar lo que no vio, era uno de esos genios que en el amor a la Naturaleza confunden y con él aureolan toda la belleza que conciben.

Es inadmisible el idealismo que destruye el mundo real; pero no lo es menos el empirismo que aniquila el órden ideal; si no pudiéramos elevarnos sobre las representaciones sensibles, debiéramos renunciar á la filosofía, dejando el pensar, y limitándonos á sentir.

Ya que amistades nocivas le apartaban otra vez del buen camino y le envenenaban el alma con insinuaciones malévolas, con sospechas torpes e impías, más valía dejarle en paz, apartar de su vista el espectáculo inocente, mas para él poco agradable, de dos almas hermanas que viven unidas, con lazo fuerte, en la piedad y el idealismo más poético».

Llegaba hasta sus oídos la música del baile; una música divina: vulgares danzas de moda, two-steps, o tangos, que, por la influencia del ambiente, sonaban en aquella hora de ilusiones como sinfonías de infinito idealismo. Sentían la dulce turbación de la embriaguez: una embriaguez de luz de luna, de noche serena, de poesía sentimental.

En su Lógica trascendental, se encuentra tambien una refutacion del idealismo. En dicho lugar, Kant establece el siguiente teorema: «La simple conciencia de mi propia existencia, determinada empíricamente, prueba la existencia de los objetos, fuera de , en el espacio

El granuja y ella se miraron. ¡Ay! ¡Cuánto idealismo, cuánta pasión en aquella mirada! Los suspiros sucedieron á los suspiros, y las ternezas á las ternezas, hasta que un suceso imprevisto cortó el hilo de tan dulce comunicación, truncando de un golpe la felicidad de los amantes.

Siempre había considerado el joven aristócrata como una antinomia del amor aquella preferencia que él daba a la escultura humana con velos, sobre el desnudo puro. ¿Por qué le excitaba más el velo que la carne? No se lo explicaba. Veía la rolliza pantorrilla de una aldeana descalza de pie y pierna ¡y nada! ¡veía una media hasta ocho dedos más arriba del tobillo... y adiós idealismo!

Y sin que renunciara a consagrar el resto del día al idealismo, en buen hora despertado por las relaciones de su amigo, consintió el Marquesito en pasar a la cocina de su casa, al oler lo que guisaban aquellas señoras. En la cocina de los Vegallana se reflejaba su positiva grandeza.

En nuestro país domina más que en Francia ese idealismo oriental; esa atmósfera vaporosa de los asiáticos, la religion del éxtasis absoluto; orientalismo que unido á nuestro genio por la dominacion morisca y árabe, produjo una casta mestiza, indefinible; más indefinible en España que en pueblo alguno de la Europa: la casta de donde salieron el caballero andante, la dama idolatrada de los torneos, el aventurero de lanza en ristre, el poeta druida, el trovador guerrero, peregrino y apasionado; la casta que empezó á deslindarse en dos grandes períodos de hazañas heróicas y de crueldades terribles; dos períodos representados en primer término por dos hombres muy célebres, el Cardenal Cisneros y D. Juan de Austria.

La primera vez que pensó esto tuvo remordimientos para una semana; pero volvió la idea a presentarse tentadora, y como en las novelas que saboreaba sucedía casi siempre que eran casadas las heroínas, pecadoras , pero al fin redimidas por el amor y la mucha fe, vino en averiguar y dar por evidente que se podía querer a una casada y hasta decírselo, si el amor se contenía en los límites del más acendrado idealismo.

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