Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 6 de julio de 2025
En nuestro país domina más que en Francia ese idealismo oriental; esa atmósfera vaporosa de los asiáticos, la religion del éxtasis absoluto; orientalismo que unido á nuestro genio por la dominacion morisca y árabe, produjo una casta mestiza, indefinible; más indefinible en España que en pueblo alguno de la Europa: la casta de donde salieron el caballero andante, la dama idolatrada de los torneos, el aventurero de lanza en ristre, el poeta druida, el trovador guerrero, peregrino y apasionado; la casta que empezó á deslindarse en dos grandes períodos de hazañas heróicas y de crueldades terribles; dos períodos representados en primer término por dos hombres muy célebres, el Cardenal Cisneros y D. Juan de Austria.
Pero nada tan curioso, tan deliciosamente bello y suntuoso como las casas de los mas ricos propietarios, en las principales plazas y calles, verdaderos palacios de hadas, de un orientalismo encantador.
Este orientalismo es tan español y tan poco oriental, que á raíz de la última reconquista se manifiesta esplendorosamente en prosa y en verso en nuestra literatura española y nace del concepto fantástico, transfigurado y hermoso, que la mente de los vencedores crea y forma de las costumbres, usos, pasiones y cultura del pueblo á quien ha vencido.
Hay costumbres que no se encuentran ya sino en España, donde el orientalismo y la feudalidad han dejado raices muy profundas. El torero hace hoy las veces del trovador de los viejos tiempos.
Culto interno; hé aquí lo único que le falta para ser muy grande, pues para ser muy grande, hay que ser grande por fuera y por dentro; y ese hombre que revoca tan bien su fachada; ese atrevido artista que sabe derramar tanto hechizo en el frontis de su palacio, vive muchas veces en un interior mezquino y estrecho. ¡Ah! si esa privilegiada fantasía que lo idealiza todo, comprendiera por un momento la idealidad; si esa razon fecunda y ardorosa que en todo piensa, rindiese un homenaje al pensamiento; si ese orientalismo que quema tanta mirra á la materia, guardase un aroma para el espíritu; si esa brujería que hace un Dios de todas las bellezas sensuales, comprendiese á Dios en la lágrima solitaria que vierte la virtud entre cuatro paredes negras; si Salamanca fuese capaz de exhalar un suspiro, al cual no fuese unida una memoria impura; si fuese capaz de una hora de silencio y de dolor en el íntimo santuario del alma, si fuese capaz de ese culto interno, D. José Salamanca seria indudablemente el carácter más general, y acaso el más bello de su nacion y de su siglo.
Esto no procede únicamente de que disponga de muchos millones; de más millones disponia Cárlos III, y en las obras de Cárlos III no hay el orientalismo que en las creaciones de Salamanca. Es cuestion de dinero y de gusto; es cuestion de oro y de fantasía.
Entraron en un salón amueblado á toda prisa, con el arte especial y fácil de los que están acostumbrados á viajar y tienen que improvisarse una vivienda: divanes con indianas vistosas y baratas, pieles de guanaco americano, tapices chillones, de un falso orientalismo, y en las paredes láminas de periódicos entre varillas doradas.
Casi todo esto contiene un arabismo ú orientalismo hechicero y de color de rosa, tan creado por nosotros, que bien se puede asegurar que no hay árabe ni moro que, aunque se le tradujera en su lengua, entendiese palabra de ello.
Palabra del Dia
Otros Mirando