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Actualizado: 7 de junio de 2025
Mientras tanto, María Valdivieso hacía una escena sentimental a Paco Vélez, porque lejos de ocuparse de ella, durante el riesgo de la mañana, había pensado tan sólo en salvarse a sí mismo; Jacobo y el tío Frasquito habíanse entrado en la Hospedería sin decir adónde iban, y Currita, llevada de sus gustos idílicos, entreteníase en echar migas de pan a un altanero gallo que merodeaba por el prado, seguido de algunas sumisas gallinas.
Precisamente habían llegado a lo más alto de la loma y comenzaban a descender hacia el verdeante valle. Subiendo de nuevo al carruaje, Delaberge preguntó al cochero: ¿Conoce usted Val-Clavin? Ciertamente, señor; en verano llevo a ese pueblo gran número de viajeros y también en tiempos de caza. ¿Cuál es la mejor hospedería?
Deberían suprimirse y venderse, a beneficio de la factoría, todos los muebles y utensilios de cocina y refectorio, sin dejar otros muebles que los precisos para alhajar y adornar las casas capitulares, cuanto de hospedería del gobernador y algunos otros de esta clase; y estos muebles tenerlos y conservarlos como consejiles, destinados para ornatos de los mismos pueblos.
Meditando sobre todo eso, Delaberge volvió a su mesa de trabajo, releyó su informe, examinó de nuevo las notas puestas en los planos y doblando cuidadosamente todos esos papeles, los metió en un sobre. Quiso llevar él mismo el pliego a correos, y luego, cuando ya lo hubo dejado en manos de la receptora, regresó despacio a la hospedería.
Florece en unos la caridad perfecta que desecha todo temor; á otros engrandece la humildad; otros con cuidado se ejercitan en recibir á los peregrinos y huéspedes, y condescienden con la voluntad de los que llegan de nuevo, como si Cristo se inclinára á ser recibido en su hospedería.» ¡Oh vida dulce y tranquila! esclamábamos: ¡oh deliciosa soledad silvestre, morada única en que descansa con placer el ocupado pensamiento del viajero de lejanas tierras, mientras encomienda á tus vagarosas auras, embalsamadas al contacto del azahar y de la madreselva, los suspiros que le arranca su amada familia ausente!
Abandonó a su vez el cuarto y la hospedería y comenzó a remontar el curso del Aubette, siguiendo una estrecha garganta por donde corre el riachuelo bajo una bóveda de verde follaje, antes de arrojar sus aguas en el estanque de Val-Clavin. El lugar era solitario, cubierto de sauces, de abedules y de alisos, que habían crecido rápidamente en aquéllas tierras de aluvión.
Hizo Delaberge inútiles esfuerzos para ponerle a tono, acabando por darle brevemente sus instrucciones e indicándole la hora en que se encontrarían para ir juntos al monte; luego salió con él de la hospedería y una vez solo se quedó paseando unos momentos por las riberas del Aube.
De repente, una exhalación salvaje rasgó el aire. Y yo sentí aquella masa ávida, arremeter sobre las carretas que defendían la puerta, formadas en semicírculo. Al choque todo el maderamen de la «Hospedería de la Consolación Terrestre», crugió y osciló. Corrí a la baranda. Abajo bullía un tropel desesperado en torno de los carros derribados.
Vivía en París como en una hospedería: era posible que permaneciera mucho tiempo en ella, y hasta que en ella muriese; pero siempre me consideraría huésped y estaría como de paso.
El día estaba magnífico, aunque algún tanto caluroso, como suelen serlo en Guipúzcoa los últimos de septiembre; y bajo el espacioso cobertizo que forman los ocho arcos que dan entrada a la Hospedería, mandó la condesa de Albornoz disponer la mesa.
Palabra del Dia
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