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Actualizado: 30 de junio de 2025
Pero al poner los pies en el suelo, su flaca naturaleza, hondamente perturbada por lo que acababa de suceder y por la vista de su confesor tendido en el suelo, le faltó también y cayó presa de un síncope. El del P. Gil era un desmayo pasajero. Tardó pocos segundos en volver en sí.
Salabert quedó hondamente preocupado. Viendo a su esposa descaecer le entró miedo. A su muerte los parientes le exigirían la mitad de lo que él había adquirido, meterían la nariz en sus asuntos, hasta en los más íntimos.... ¡Un horror! Consultó con su abogado.
Poco a poco el trato diario con las gemas llegó a hacerle amar las tareas del artífice, y seguía con ardor las íntimas delicadezas del engarce. Pero cuando la joya estaba concluída debía partir, no era para ella, caía más hondamente en la decepción de su matrimonio. Se probaba la alhaja, deteniéndose ante el espejo. Al fin la dejaba por ahí, y se iba a su cuarto.
Desatose un recio temporal, y viento y agua, hondamente agitados, azotaron el buque, que, incapaz de maniobra, fluctuaba a merced de las olas. Los vaivenes eran tan fuertes que se hacía difícil el trabajo, lo cual, unido al cansancio de la tripulación, empeoraba nuestro estado de hora en hora.
Kant, se fijaba en el sujeto, pero sin destruir la objetividad en el mundo interior; y por esto su filosofía, si bien contiene muchos errores, ofrece al entendimiento algunos puntos luminosos; pero fué mas allá, se colocó en el yo, no sirviéndose de la objetividad sino en cuanto le era necesaria para establecerse mas hondamente en un simple hecho de conciencia; así no encontró mas que regiones tenebrosas ó contradicciones.
Después de este mal traído intermedio, la acción se acelera y precipita, como debe, llegando a su término en la escena más patética, sublime, apasionada, llena de verdad y de poesía, y más hondamente conmovedora que jamás escribió poeta dramático en el mundo: la escena del calabozo. Shakspeare lo haría tan bien; pero mejor jamás pudo hacerlo.
La intensidad del reposo del ministro era tanto más notable, cuanto que era una de esas personas de sueño por lo común ligero, no continuado, y fácil de interrumpirse por la menor causa. Pero su espíritu no estaba tan hondamente aletargado, que le impidiera moverse en el sillón cuando el anciano médico, sin ningunas precauciones extraordinarias, entró en el cuarto.
A ser el afecto de Millán pasión hondamente arraigada, hubiese puesto empeño en recobrar lo que perdía; mas también en él palpitaba un fondo de propia y exagerada estimación, en que era de mayor cuenta el orgullo que el cariño. «No hables de esto a tu hermana había dicho a su amigo porque el querer no se impone ni es cosa para recibida de limosna.»
La señora de Pinto, por último, había echado el resto en su boudoir y marcádole más hondamente con el sello de su originalidad brasileña.
En esta situación se hallaban Lucía y el Comendador la noche en que se celebró la boda de Clara y de D. Carlos en casa de D. Valentín. El Comendador estuvo alegre, aunque hondamente conmovido, en aquella solemne ocasión, en que una persona tan querida de su alma se unía con lazo indisoluble al hombre que debía hacerla dichosa. Don José y Doña Antonia se volvieron temprano á su casa.
Palabra del Dia
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