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Actualizado: 16 de octubre de 2025
El silencio producido por arranque tan vivo duró algunos segundos, durante los cuales ambos interlocutores miraron fijamente, distraídos y ensimismados, el paisaje que se alcanzaba desde la ancha y honda ventana fronteriza. Al pronto no lo vieron; luego su efecto sombrío les fue entrando, mal de su grado, por los ojos hasta el alma.
Y como si quisiera justificar sus palabras, dejó de sugestionar a la niña con su voz conqueridora y con su mirada magnética; la hizo llegarse a mirar los vestidos, y quiso hablar de ellos en conversación amistosa y festiva. Pero Carmen seguía extasiada ante una revelación luminosa que la poseía toda de extraña y honda felicidad.
Tirso, entonces, llegó hasta la butaca y abrazó a su padre, quien, cogiéndole la cabeza entre las manos y oprimiéndosela contra su pecho, permaneció unos instantes sin proferir palabra, presa de una emoción honda y callada. Hubo un momento de profundo silencio.
Pronto, no obstante, volvieron todos a sus respectivos destinos y residencias, y el castillo quedó en abandono y en más honda soledad y silencio. El conde Enrique, Poldy, su aya y tres criados, fueron ya los únicos moradores del castillo. Poldy sintió profundamente la irreparable pérdida que había tenido.
El cura se paró igualmente; pero con ánimo tan sereno, que al mirar al que le amenazaba, su rostro sólo expresaba la más completa calma, y la más pura dignidad. Un rato se estuvieron viendo fijamente ambos, inmóviles y en silencio; lentamente se inclinó hacia tierra la dirección de la escopeta del guarda, que en seguida bajó sus ojos, y después de un momento de indecisión, dijo en honda voz,
Doña Manolita había ya visto el cuadro otras varias veces, pero nunca le hizo más honda impresión que en aquel momento; cuando se unieron la lozanía de la mocedad, la exuberancia de la vida y la hermosura briosa de doña Luz con tal fiel trasunto del dolor y de la muerte.
Por su parte, la señora Miguelina, olvidando un momento sus cacerolas, dirigía su furtiva mirada en la dirección de su antiguo amante y pensaba con honda angustia: «¿Se marchará, al fin?» El telegrama oficial decía de este modo: Director general de montes a inspector general, en Val-Clavin. Proposiciones aprobadas por el ministro.
Estaban acaso a la puerta dos mujeres mozas, destas que llaman del partido, las cuales iban a Sevilla con unos arrieros que en la venta aquella noche acertaron a hacer jornada; y, como a nuestro aventurero todo cuanto pensaba, veía o imaginaba le parecía ser hecho y pasar al modo de lo que había leído, luego que vio la venta, se le representó que era un castillo con sus cuatro torres y chapiteles de luciente plata, sin faltarle su puente levadiza y honda cava, con todos aquellos adherentes que semejantes castillos se pintan.
Honda es una vieja ciudad, enteramente española por su construccion, pero de un aspecto tan caprichoso y pintoresco que llega hasta las proporciones de lo romántico.
El ajenjo, veneno lento, da por lo menos cierta excitación artificial; la chicha enbrutece como el opio... Henos por fin en el bonito Hotel del Valle, situado a la entrada del pueblo de Guaduas y único albergue decente en todo el camino de Honda a Bogotá. Hay, sin embargo, mucha gente y es necesario contentarse con poco.
Palabra del Dia
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