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Actualizado: 21 de junio de 2025
Y a más de esto, la amenaza material: el terror de la hoguera inspirando la cobardía y el envilecimiento a los hombres ilustrados.
El los vio quemar, los vio mirar con desprecio desde la hoguera a sus verdugos; y ya nunca se puso más que el jubón negro ni cargó caña de oro, como los otros licenciados ricos y regordetes, sino que se fue a consolar a los indios por el monte, sin más ayuda que su bastón de rama de árbol. Al monte se habían ido, a defenderse, cuantos indios de honor quedaban en la Española.
Esforzose en experimentar inmenso desahogo; esforzose en pensar con alegría que los ojos terribles de la sarracena habían chirriado en las llamas; que su carne maldita era ahora ardiente despojo cayendo a pedazos en la hoguera; que su misterioso poder y sus hechizos diabólicos se habían hundido con su alma en la negrura de los infiernos; y sintiendo correr las lágrimas por su rostro, postrose de rodillas entre los pies de la muchedumbre, exclamando con fuerza: ¡Oh, santa, santa Inquisición, tu justicia me redime, tu hoguera me salva!
En el centro habia una grande hoguera alimentada con palmas secas, al rededor de la cual se agitaba la rueda de danzantes, y otra de espectadores, danzantes á su turno, mucho mas numerosa, cerraba á ocho metros de distancia el gran círculo. Allí se confundian hombres y mujeres, viejos y muchachos, y en un punto de esa segunda rueda se encontraba la tremenda orquesta.
El Sábado lo particular que hay es que a la puerta de la iglesia hacen una grande hoguera encendida con la nueva luz, de la que cada uno lleva a su casa un tizón para hacer fuego, y también llevan agua de la que se bendice ese día.
Imposible describir ese grupo de nubes incandescentes y atormentadas, con sus franjas luminosas como una hoguera, su fondo de un dorado pálido, inmóviles sobre el horizonte, disolviendo su forma y su color con una lentitud que hace soñar.
VALDEMAR. No eres un padre; eres una bestia feroz. Coged a ese monstruo y encadenadle. ¡Como una fiera, se lo llevaremos enjaulado al emperador! ¡Prended fuego por los cuatro costados a ese castillo maldito! ¡Que no quede nada de este nido lúgubre! ¡Que la inmensa hoguera se eleve, en media de la obscura noche, a los cielos! ¡Así festejaremos tu boda, duque Enrique, desgraciado amigo!
La morada del cacique y las vecinas viviendas de los indios principales, son sólo incendiaria tea a cuyo contacto el bosque se inflama en gigante hoguera, de la victoria de España solemnizando la fiesta; pero pronto aquella lumbre, breves momentos risueña, lo mismo que de las hojas hace del placer pavesas, y es antorcha funeraria que alumbra con llama tétrica, la realidad espantosa de las humanas miserias...!
La vanidad aumentó la turbación en que el bueno de Izquierdo estaba. Presunciones de gloria le pasaron con ráfagas de hoguera por la frente... Entrevió un porvenir brillante... ¡
Así en lo serio como en lo jocoso, tiene el libro escenas de extraordinaria belleza, cuadros insuperables de costumbres. Si yo hubiera de elegir entre los capítulos del libro, me fijaría sin duda en La hoguera de San Juan. La luz de esa hoguera es luz de Rembrandt.
Palabra del Dia
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