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Actualizado: 28 de junio de 2025


Paz se reconvino mentalmente, pareciéndole que hiriendo a Pepe en el pudor de la pobreza había cometido una acción muy fea. Pepe no acertó a definir lo que sentía. Sus vidas comenzaban a unirse como en el lecho del río suelen juntarse, arrastrados por la corriente, el grano de arena y la partícula de oro.

Como que dicen que Quevedo ayudó á don Juan á herir á don Rodrigo. Es necesario andar muy despacio en eso, señor; tales negocios pueden salir al aire si se prende á don Francisco... ¡Cómo! ¿también por ahí? ; , señor; don Juan, hiriendo á don Rodrigo, ha obrado como bueno y leal, y como buen amigo suyo Quevedo, ayudándole... esto es... midiéndose con otro hombre que favorecía á don Rodrigo.

Señor dijo Coletilla, en la actitud de una zorra apaleada, preciso es que haya acontecido algo extraordinario. Feliú también iba allá. ¡Está aquí! dijo Fernando, hiriendo fuertemente el suelo con el pie. Todo se ha perdido. Feliú viene; escóndete por ahí cerca. Le recibiré aquí mismo. Quiero que oigas lo que dice. Escondióse Coletilla. El Rey hizo pasar al ministro á la camarilla.

3 Mas ellos, tomándole, le hirieron, y le enviaron vacío. 4 Y volvió a enviarles otro siervo; mas apedreándole, le hirieron en la cabeza, y volvieron a enviarle afrentado. 5 Y volvió a enviar otro, y a aquel mataron; y a otros muchos, hiriendo a unos y matando a otros. 6 Teniendo pues aún un hijo suyo amado, lo envió también a ellos el postrero, diciendo: Tendrán en reverencia a mi hijo.

Yo he creído ver la gloria y esplendor de tus atributos, y te he amado y alabado.... ¿Por qué, pues, no me mostraste con nitidez tu beldad, en la pura idea, allá en lo hondo del pensamiento mío? ¿Por qué esta beldad, reflejo tuyo, ha hecho su aparición deslumbradora, lejos de ti y fuera de , hiriendo lo profundo de mi ser, no de un modo inmediato y espiritual, sino por medio de los sentidos groseros?

6 Y cuando Herodes le había de sacar, aquella misma noche estaba Pedro durmiendo entre dos soldados, preso con dos cadenas, y los guardas delante de la puerta, que guardaban la cárcel. 7 Y he aquí, el ángel del Señor sobrevino, y una luz resplandeció en la cárcel; e hiriendo a Pedro en el lado, le despertó, diciendo: Levántate prestamente. Y las cadenas se le cayeron de las manos.

No es razon que haya quien diga al mundo, que pudo mas en vuestros corazones el torpe miedo que la memoria de las heróicas hazañas que consiguieron vuestros abuelos, i de las que nos han hecho tan famosos i tan temidos, tan respetados i tan potentes.» I dando riendas á su feroz caballo, se entró en el ejército godo, atropellando é hiriendo á cuantos intentaban vanamente cerrarle el paso.

Se levantaba con la escopeta preparada y abría una reja... Pero era su hijo, su Fermín, sin sombrero, con las manos manchadas de sangre y un rasguño en la cara, como si hubiese luchado con mucha gente. Las palabras fueron pocas. Había matado al señorito Luis, y después se había abierto paso hiriendo al matón que le acompañaba. Aquel rasguño insignificante era un testimonio de la pelea.

Por otra parte, don Juan Téllez Girón, hiriendo á don Rodrigo, te ha hecho otro inmenso servicio: don Francisco de Quevedo, que conoce la corte, tuvo miedo al ver herido, sin saber si era muerto ó vivo, á don Rodrigo, y como sólo había venido á Madrid por encargo del duque de Osuna para buscar á ese don Juan, y con el sólo objeto de llevársele consigo á Nápoles, quiso ponerle á cubierto de toda eventualidad, y acordándose de Dorotea concibió un terrible pensamiento.

Roussel, en camisa y con el candelero en la mano, se sintió presa de un súbito enternecimiento, y aun á riesgo de coger un resfriado, permaneció contemplando al huérfano. La luz, hiriendo los ojos de Mauricio, le despertó.

Palabra del Dia

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