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Actualizado: 26 de junio de 2025


Bailaron luego hilando castañetas Lorenza y Justa y un galán barbero Que mira á Inés, haciendo más corvetas Que el Conde ayer en el caballo overo. 1940 ¡Oh celos! todos sois venganza y tretas, Pues porque bajar el caballero Que adora de tu dueño la belleza, No le quise alegrar con mi tristeza.

Y en el cielo vi a una señora vestida de blanco, trenzando un cordón con la espuma del mar. Y yo me así del hilo, y el hilo se me reventó, y caí dentro de una cueva de ratones. Y en la cueva de ratones estaban tu padre y mi madre, hilando cada uno en su rueca, como dos viejecitos. Y tu padre hilaba tan mal que mi madre le tiró de las orejas hasta que se le caían a tu padre los bigotes.

Hullin detuvo el paso, pensando en la vida tranquila, apacible, que abandonaba quizá para siempre; en su cuartito, tan abrigado en invierno y tan alegre en la primavera, cuando abría las ventanitas para que penetrase la brisa de los bosques; en el tic-tac monótono del viejo reloj y, sobre todo, en Luisa, en su buena y querida Luisa, hilando silenciosamente, con los ojos bajos, cantando alguna antigua canción, con voz pura y penetrante, durante las horas del atardecer, en que ambos se consumían de aburrimiento.

Dondequiera veia las gentes trabajando: los hombres como carreteros y en otras duras faenas; las mujeres conduciendo el arado, desyerbando ó aporcando las sementeras de hortalizas; los chicos cuidando de algunos pequeños rebaños; las buenas viejas hilando bajo el umbral de sus casitas ó en el fondo de un jardín.

¡Qué noches aquellas de invierno! La buena madre de Laura, después de cenar á primera hora, sentábase en un extremo del anchuroso sofá de lana, y se ponía á hacer calceta debajo de un colosal velón que ardía solamente por uno de sus mecheros. Ella y sus hermanas se colocaban en torno de la mesa y trabajaban, hilando, cosiendo ó haciendo también calceta.

Ya os vemos, valientes, ya os vemos. Estáis hilando... ¡Eso debierais hacer siempre!... Fregad también las escudillas y amasad la borona... Cuidado que salga bien cocida... No os olvidéis de echar á remojo las habichuelas y lavar los pañales del chico... Tales y más crueles aún eran las palabras que salían de la boca de aquellos guerreros orgullosos.

A cuyas voces salió Teresa Panza, su madre, hilando un copo de estopa, con una saya parda. Parecía, según era de corta, que se la habían cortado por vergonzoso lugar, con un corpezuelo asimismo pardo y una camisa de pechos.

Gracias al esfuerzo tenaz, incansable, rabioso de los dos cónyuges, aquello había prosperado lindamente. El tío Pacho se quebraba los riñones cercando y rompiendo terreno comunal para ponerlo en cultivo, plantando avellanos, construyendo almadreñas; la tía Agustina, su mujer, cuidando el ganado, hilando, fabricando quesos y mantecas que llevaba los jueves á vender á la Pola.

No estaban en la cocina más que Felicia hilando y Demetria concluyendo de limpiar la vajilla y colocarla en su sitio. ¡Calla!... ¿Ya tenemos quien nos ronque á la puerta? exclamó Felicia levantando la cabeza sorprendida y mirando á su hija con sonrisa maliciosa.

La hermosa canción, que canta Margarita mientras que está hilando en su cuarto, deja ver en seguida el estado de su alma; muestra que se halla poseída, completamente dominada por su galán amigo, y que no tiene más voluntad que la suya. La canción prepara magistralmente la escena que viene luego.

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