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Actualizado: 8 de junio de 2025


Yo no puedo mirarla sin que se me despegue la carne de los huesos, y no puedo apartarla de , porque el frío de la noche hiela todo mi cuerpo. MANRIQUE. Pero, ¿por qué os habéis querido fijar en este sitio? AZUCENA. Porque este sitio tiene para recuerdos muy profundos... desde aquí se descubren los muros de Zaragoza... éste era, éste, el sitio donde murió. MANRIQUE. ¿Quién, madre mía?

La puerta de Martos está abierta á los terribles almogávares y á la caballería de Tafor; Colodro y Baños con sus compañeros dominan las torres de aquella parte; los cautivos levantan hácia ellos los brazos aun agoviados por las esposas; los moros muestran en sus semblantes el pavor que hiela sus corazones, refúgianse tumultuando en la Almedina, y obligando á tomar las armas á todos, ancianos, mozos y niños, se aprestan á la defensa.

Vamos, ¿tienes cigarros?... ¿no?... Espera, voy a traerte. Y, turbado siempre, me precipito a la pieza donde tengo mis provisiones de fumador; me parece que la punta encendida de un cigarro va a mejorar la situación. Pero, al volver, con mi caja debajo del brazo, veo por la puerta que ha quedado abierta... ¡Ah señores! veo una cosa que me hiela la sangre en las venas...

De la piedra se alza Ataide conmovido y macilento, y sobre su res se inclina, cuando un cavernoso estruendo, atronador, formidable, indescriptible, siniestro, voz pavorosa de muerte, que áun resonante á lo léjos hiela la sangre de espanto, pone de punta el cabello, retemblar haciendo al soto despierta aterrado al eco. ¡Ah! ¡el leon!

Tal es Crishna en la tierra, como genio de paz y de amor, pero el acento blando de su flauta se trueca en el medroso resonar del clarín guerrero cuando su paciencia se agota, se despierta en su corazón la ira y se resuelve a librarnos del tirano Cansia. Terror de muerte invade y hiela entonces el ánimo de sus enemigos. Así es Crishna en la tierra, como hombre y viviendo vida mortal.

»Me pregunta usted, Antonia, qué me pasa... ¿Qué quiere que yo le diga? ¿Debo entristecer con mis penas un corazón que con toda sinceridad se rebela abiertamente contra la soledad que le hiela y manifiesta deseos de compartir la vida de otro corazón que sienta lo que siente él?

El mugir de aquel abismo llegaba a los oídos sobre todo el formidable estruendo que revolvía entonces la naturaleza, cual el rugido del león, venciendo poderosamente el aullido de las otras fieras, él sólo hiela y desmaya más al extraviado caminante.

Dorotea estaba muerta, y aquel semblante, poco antes tan hermoso, tan lleno de vida, estaba afeado por una contracción horrible. Hay en la vida algunos momentos comparables á la muerte. Momentos de atonía en que los músculos se petrifican y el corazón se hiela. Momentos á los cuales sucede una reacción horrible.

Penoso trabajo fué éste, pero quizá les animaba la venganza contra aquel torreón, donde muchos de los suyos hablan perecido entre tormentos ó de hambre: quizá se figurasen también que iban á encontrar un tesoro escondido. Entro con cierto temor por esta brecha: el aire interior, con el cual no se mezcla nunca un rayo de sol, me hiela antes de entrar.

He dicho que no quiero la vida, no la quiero: quédense ustedes con ella, y divertirse; prefiero ser comido de gusanos y no que la miseria me devore... Yo creo que la fría impresión del revólver sobre la sien, me dura todavía, y es por eso que el valor me abandona; siento el peso del arma en el bolsillo, y la sangre se me hiela, ¡soy un cobarde! pues no, no lo soy y he de probarlo... En lugar de apuntarme a la cabeza, me apuntaré al corazón: así, la muerte vendrá más pronto; ya te enseñaré a no brincar como ahora, saltarín de los demonios.

Palabra del Dia

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