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Actualizado: 6 de junio de 2025
22 Porque el hombre en quien había sido hecho este milagro de sanidad, era de más de cuarenta años. 23 Y sueltos, vinieron a los suyos, y contaron todo lo que los príncipes de los sacerdotes y los ancianos les habían dicho. 24 Y ellos, habiéndolo oído, alzaron unánimes la voz a Dios, y dijeron: Señor, tú eres el Dios que hiciste el cielo y la tierra, el mar, y todo lo que en ellos hay;
Después se puso a recordar las circunstancias con que la había conocido, las misas que había oído sin atención por mirarla... Sí, sí, ya me acuerdo... Yo decía: ¿Pero qué mirará ese señorito? Y del desaire que me hiciste en la romería, ¿te acuerdas, pícara? ¡Vaya si me acuerdo! ¡Me dio una rabia cuando usted vino a sacarme! ¿Por qué?
Ya sabes que te paso todas tus locuras; te permito quedarte en El Águila Negra todo el tiempo que quieres; te dejo beber de ese mal vino tinto que cuesta tan caro, todo lo que puedes soportar; te preparo la cena cuando vuelves tarde a casa; y, a propósito, bien podrías evitar el volcar tres sillas como lo hiciste ayer.
Esto todo será que yo prosiga mi viaje, no con aquel contento con que le comencé, sino con toda melancolía y tristeza. ¡Oh buen hermano mío, y quién supiera agora dónde estabas; que yo te fuera a buscar y a librar de tus trabajos, aunque fuera a costa de los míos! ¡Oh, quién llevara nuevas a nuestro viejo padre de que tenías vida, aunque estuvieras en las mazmorras más escondidas de Berbería; que de allí te sacaran sus riquezas, las de mi hermano y las mías! ¡Oh Zoraida hermosa y liberal, quién pudiera pagar el bien que a un hermano hiciste!; ¡quién pudiera hallarse al renacer de tu alma, y a las bodas, que tanto gusto a todos nos dieran!
Cuando Dios me la quitó te puso junto a mí para que la reemplazaras. A ella debo mi primera existencia; a ti te soy deudora de la segunda. Ella hizo que brillase para mí la luz del mundo; tú, en cambio, me hiciste ver la del alma. Amaury, para que renazca eternamente tuya, mírame siempre: no apartes de mí tus ojos.
Ese hombre, yo no lo conozco ... Un día entró en casa ... me dijo.... No me hables, no me mires ... Todo lo he sabido. ¿Por qué mi tío te puso en esta casa? ¿Qué hiciste allá? ¿Por qué estas señoras te tienen encerrada y sin ver á nadie? ¿Qué has hecho? No te puedes disculpar, no. Soy un necio si hago caso de las disculpas que me vas á dar.
Es menester que usted se entere bien dijo Maximiliano al sentarse en el sillón, creyendo haber encontrado un buen cabo de discurso para empezar ; se entere bien de las cosas... Yo... pensaba hablar a usted... ¿Y por qué no lo hiciste? ¡Qué tal sería ello!... ¡Vaya, que un chico delicadito como tú, meterse con esas viciosonas...! Y no te quepa duda... Así, pronto entregarás la pelleja.
6 Por tu reprensión, oh Dios de Jacob, el carro y el caballo fueron adormecidos. 8 Desde los cielos hiciste oír juicio; la tierra tuvo temor y quedó quieta, 9 Cuando te levantaste, oh Dios, al juicio, para salvar a todos los mansos de la tierra. 10 Ciertamente la ira del hombre te acarreará alabanza; tú reprimirás el resto de las iras.
48 Mi libertador de mis enemigos; también me hiciste superior a mis adversarios; de varón traidor me libraste. 49 Por tanto yo te confesaré entre los gentiles, oh SE
¿Qué ha tomado? ¿El poquito de cocido que le aparté anoche? Hija, no pude pasarlo. Aquí me tienes con media onza de chocolate crudo. Vamos, vamos allá. Lo peor es que hay que encender lumbre. Pero pronto despacho... ¡Ah! también le traigo las medicinas. Eso lo primero. ¿Hiciste todo lo que te mandé? preguntó la señora, en marcha las dos hacia la cocina . ¿Empeñaste mis dos enaguas? ¿Cómo no?
Palabra del Dia
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