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Actualizado: 8 de julio de 2025


De estos cuatro hombres de la taberna de Socoa, los dos contentos, Bautista y Capistun, charlaban; los otros dos rabiaban y se miraban sin hablarse. Afuera llovía y venteaba. ¿Alguno de vosotros se encargaría de un negocio difícil, en que hay que exponer la pelleja? preguntó de pronto Ospitalech. Yo no dijo Capistun. Ni yo contestó distraídamente Bautista. ¿De qué se trata? preguntó Martín.

El de Mesía tembló como azogado, mandó ensillar la mula y, sin chistar ni mistar, obedeció el precepto. Desde entonces ella llevó en la casa los pantalones, y él fué el más fiel de los maridos de que hacen mención las historias sagradas y profanas, como que sabía que le iba la pelleja en el primer tropezón en que lo pillase madama. Mucho cuento es tener por compañera una mujer de asta y rejón.

Y como si tuviera interés en que el doctor conociese exactamente sus creencias, siguió hablando: Por supuesto, que ahora me río de aquellas locuras. ¡Y pensar que en Somorrostro casi me entierran por culpa de una bala perdida!... Ahora ya no soy carlista, y como yo, la mayoría de los que entonces expusimos la pelleja. ¿Pues qué son ustedes?...

De nuestra compañía, que se hallaba completa cuando salimos de Falsburg, el 21 de enero último, no han vuelto mas que treinta y dos hombres. Me parece que Gaspar Lefèvre es el único recluta que queda. ¡Los pobres reclutas se baten muy bien, pero no tienen costumbre de salvar la pelleja y se deshacen como la manteca en la sartén!

En política, sobre todo, el ex-clérigo se las echaba de muy entendido, principiando por decir que ya no le daba la gana de conspirar; como que tenía la olla asegurada y no quería exponer su pelleja para hacer el caldo gordo á cuatro silbantes.

Si es para asesinarlo le dije me parece absurdo. Aunque llevara usted luego su pelleja al Ministerio de la Gobernación, no creo que el asesinato de un intelectual pudiese producirle siquiera lo necesario para cubrir gastos. Los intelectuales, en este país, se cotizan a menos que los conejos.

Es menester que usted se entere bien dijo Maximiliano al sentarse en el sillón, creyendo haber encontrado un buen cabo de discurso para empezar ; se entere bien de las cosas... Yo... pensaba hablar a usted... ¿Y por qué no lo hiciste? ¡Qué tal sería ello!... ¡Vaya, que un chico delicadito como , meterse con esas viciosonas...! Y no te quepa duda... Así, pronto entregarás la pelleja.

Palabra del Dia

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