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Actualizado: 9 de mayo de 2025
Y así siguieron largo rato, dulcísimamente entretenidos en aquel estupendo y delicioso dúo que por primera vez tuvieron Adán y Eva, y que probablemente sostendrán, pareciéndoles original, el postrer hombre y la última mujer que queden sobre el haz de la tierra.
No hagas caso... Te quiero como a la Medicina... Haz de mí lo que gustes... Eso ya es otra cosa... Cuando nos casemos, como yo he de ganar tanto dinero, tendrás tres coches, catorce sombreros y la mar de vestidos... ¡Si yo no me caso contigo!...» declaró la joven en un momento de espontaneidad.
¡Dios mío, haz que Pepita me olvide: haz, si es menester, que ame a otro y sea con él dichosa! ¿Puedo pedirte más, Dios mío? Mi padre no sabe nada; no sospecha nada. Más vale así. Adiós. Hasta dentro de pocos días, que nos veremos y abrazaremos. ¡Qué mudado va Vd. a encontrarme! ¡Qué lleno de amargura mi corazón! ¡Cuán perdida la inocencia! ¡Qué herida y qué lastimada mi alma! Paralipómenos
" A mí no me es concedido, dijo el espíritu, y a ti sí, por ser hombre con el privilegio del bautismo y libre del poder de los conjuros; toma un cuadrante de esos y haz pedazos esta redoma, que luego en derramándome me verás visible y palpable."
En China reinaba en aquella época un Emperador llamado Iao, y hacía muy poco que, por evolución y selección, había aparecido sobre el haz de la tierra la raza blanca, que es la más perfecta de todas. Ciertos espíritus, muy pulidos y desbastados ya, después de pasar por bastantes reincarnaciones, no se avinieron a reincarnarse en chino, ni en negro, ni en mulato.
En caso de no hallar exacta pareja, más vale que te unas con quien te sea superior, que también hay príncipes y duques por estas tierras. »No tengas vanidad; pero tampoco des tu brazo a torcer. Haz limosnas, que los pobres y necesitados tienen a los ricos por providencia intermedia entre la Providencia grande y su miseria.
Cristela le repuso: Haz de cuenta que sus pecas son las monedas de oro de su dote. El príncipe Fénix añadió: Su pelo es rojo y su cuerpo parece agobiado...
Jacobo, estoy á tu discreción; haz de mí lo que quieras... ¡Aborrezco á Sorege! Ayer, todavía, me violentó y prefiero morir á ser suya, sobre todo ahora, que te he vuelto á ver, ¡Jacobo! Tú eres el mismo de siempre, generoso y bueno... Tú no me has denunciado, aunque has adivinado mi crimen... ¡Compréndelo bien! Hasta cuando te perseguía con mi odio, te amaba, Jacobo...
Estos son los enemigos constantes del nombre de Cristo: estos los que imaginan borrarlo de la haz de la tierra: estos los que procuran, por todos los caminos que se presentan á sus ojos, la destruccion del pueblo cristiano. ¡Generacion infeliz! tú vas á desaparecer de la tierra, dejando á tus hijos sujetos á la cautividad de aquellos que no dudaron en crucificar á su Dios! ¿Qué amor, qué piedad, qué regalo podrán esperar de estos tan crueles verdugos? ¡Maldita sea la hora en que tales viboras comenzaron á habitar entre nosotros! ¡Maldito el instante en que consentimos los nidos de estas aves de rapiña cerca de nuestras casas; porque así todo cuanto nos roban, con mas facilidad esconden de nuestras miradas!
-Haz cuenta que las pasó todas -dijo don Quijote-: no andes yendo y viniendo desa manera, que no acabarás de pasarlas en un año. ¿Cuántas han pasado hasta agora? -dijo Sancho. ¡Yo qué diablos sé! -respondió don Quijote-. -He ahí lo que yo dije: que tuviese buena cuenta. Pues, por Dios, que se ha acabado el cuento, que no hay pasar adelante.
Palabra del Dia
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