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Actualizado: 9 de mayo de 2025
16 Haz resplandecer tu rostro sobre tu siervo; sálvame por tu misericordia. 17 SE
26 y haz desnudar a Aarón sus vestidos, y viste de ellos a Eleazar su hijo; porque Aarón será reunido a su pueblo, y allí morirá. 27 Y Moisés hizo como el SE
Es hombre que cumple lo que promete. Y entonces, Linilla: ¿qué más podremos desear? «¿Dices que no le dirás a tu papá que te amo y que me amas? Haz lo que te plazca. El deber y el amor filial aconsejan que no le ocultes nada; pero, a decir la verdad, como no tengo asegurado el porvenir, me parece inoportuno que le hables de eso. Sin embargo, repito, haz lo que te parezca mejor.
La ociosidad, lo mucho que te has divertido y el esplín inglés te ponen así. Y yo te juro que te aburrirás más si no vuelves a Dios tus miradas. Haz lo que yo, Manolo; dale un puntapié al mundo; hazte chiquito para ser grande; bájate para subir. Tú ya no eres pollo; tú no te has de casar ya.
-Así será -dijo el de la Triste Figura-, y yo estoy muy contento de que te quieras valer de mi ánimo, el cual no te ha de faltar, aunque te falte el ánima del cuerpo. Y vente ahora tras mí poco a poco, o como pudieres, y haz de los ojos lanternas; rodearemos esta serrezuela: quizá toparemos con aquel hombre que vimos, el cual, sin duda alguna, no es otro que el dueño de nuestro hallazgo.
Pero es condición precisa que tú lleves dos camelias también en la mano, una blanca y otra encarnada: si te gusto, deja caer la encarnada y quédate con la blanca; si no, haz lo contrario. Convenido. Hasta mañana, pues; adiós, adiós hermosa Lucía... Voy a pedir al cielo que seque esta noche todas las camelias encarnadas.
Los malos, replicó Jesrad, siempre son desdichados, y sirven para probar un corto número de justos sembrado sobre la haz de la tierra, sin que haya mal de donde no resulte un bien. Empero, dixo Zadig, ¿si solo hubiese bienes sin mezcla de males?
Ulises iba á llevarse el vaso á los labios, queriendo ocultar un principio de risa provocado por la gravedad de la imponente señora. Haz lo mismo que ellos murmuró Freya junto á su oído. Y los dos brindaron mudamente, con los ojos vueltos hacia el Norte.
Si persiste, tú te vienes conmigo y él que se vaya al infierno. Estaba furiosa. Su hija, aunque quisiera poner reparos a esto de la separación, pues adoraba a su infiel marido, no se atrevió. Bajó sumisa la cabeza. Cuando llegó el momento de marchar, Pepa se dirigió a su yerno: Emilio, haz el favor de acompañarme. Deseo hablar contigo. "¡Malo!" dijo para sí el joven. ¿E Irene? Que vaya sola.
Todo lo miraba Sancho, y de ninguna cosa se dolía; antes, por cumplir con el refrán, que él muy bien sabía, de "cuando a Roma fueres, haz como vieres", pidió a Ricote la bota, y tomó su puntería como los demás, y no con menos gusto que ellos.
Palabra del Dia
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