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Actualizado: 20 de julio de 2025


Los que por benevolencia de la muerte desafiaban impávidos el clima, el hambre, los hombres y las fieras continuaban su avance, viendo en tanta miseria una preparación necesaria para obtener la gloria y la riqueza.

Mascaba y tragaba con avidez; alimentos y líquidos, al pasar por su boca, adquirían un nuevo sabor raro y divino. El hambre ajena era para él un excitante, una salsa de interminable deleite. Francia le inspiraba entusiasmo, pero á Rusia le concedía mayor crédito. ¡Ah, los cosacos!... Hablaba de ellos como de íntimos amigos.

Comía lo preciso para no morirse de hambre en alguna taberna de los barrios bajos, y dormía por cuatro cuartos entre mendigos y malhechores en un desván destinado a este fin. En cierta ocasión le robaron, mientras dormía, los pantalones, y le dejaron otros de dril remendados. Era en el mes de Noviembre.

Esta noche Gillespie iba á pasar hambre. Los bellacos parecían contentos de la visita del hombre con velos, que había distraído la atención del coloso. Popito siguió hablando para contar lo que sabía de estas gentes: fugitivos de todos los países; hombres con los que no querían contar los otros hombres, deseosos de emancipación.

Come lo que te basta; no sea que hastiado de ella, la vomites. 17 Detén tu pie de la casa de tu prójimo, no sea que hastiado de ti te aborrezca. 21 Si el que te aborrece tuviere hambre, dale de comer pan; y si tuviere sed, dale de beber agua; 22 porque ascuas allegas sobre su cabeza, y el SE

Yo estoy decidido á protegerles y ayudarles para que mejoren de suerte.... llegaré hasta el sacrificio hasta quitarme el pan de la boca para que ustedes maten el hambre; pero... pero reparen que debo mirar también por mis intereses.... Pongamos el interés que quiera, D. Francisco dijo con énfasis el enfermo, que por lo visto, deseaba acabar pronto.

Diniero él, mucho diniero... Ser capatazo de la sopa en el Sagriado Corazón de allá... y en toda la probieza de allá, mandando él, con garrota él... barrio Salmanca... capatazo... Malo, mu malo, y no dejar comer... Ser un criado del Goberno, del Goberno malo de Ispania, y de los del Banco, aonde estar tuda el diniero en cajas soterranas. Guardar él, matarnos de hambre él...

En medio de este desbarajuste, las dos mujeres expresaron a Benina que su mayor apuro, a más del hambre, era pagar al casero, que no las dejaba vivir, reclamando a todas horas las tres semanas que se debían.

En lastimoso estado iban los dos: Benina descalza, desgarrada y sucia la negra ropa; el moro envejecido, la cara verde y macilenta; uno y otro revelando en sus demacrados rostros el hambre que habían padecido, la opresión y tristeza del forzado encierro en lo que más parece mazmorra que hospicio.

Lo habían hecho para las gentes como ellos: era un lugar de delicias, comparado con esta habitación desmantelada, en cuyos rincones creía ver encogidos los espectros del hambre y el dolor... En él habían muerto sus padres. Pasó aquella noche sin acostarse, velando a Feli, que había recobrado sus facultades, pero apenas podía hablar.

Palabra del Dia

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