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Un tiempo magnífico, da prematura primavera, convidaba á buscar deleite en la aspiración del aire libre y en esa contemplación inquieta, fantástica en cierto modo, de las campiñas y las pequeñas poblaciones, á que nos conduce la ubiquidad de la locomotiva, haciéndonos pasar con la rapidez del huracan por entre castillos y colinas, bosques y ciudades, y cuanto constituye el poco accidentado pero admirable panorama de la Francia central ó meridional, pues en todas direcciones la opulencia de cultura produce los mismos resultados.

La naturaleza tiene para sus amantes seducciones de las que es preciso desconfiar como de la voz de las sirenas ó de la belleza de la hada Melusina. ¡Haciéndonos amar demasiado la soledad, nos arrastra lejos del campo de batalla, donde todo hombre de corazón tiene el deber de combatir por la libertad y la justicia!

Por mi parte, considero la viruela como una verdadera imposición de que han venido haciéndonos víctimas nuestros gobiernos. La viruela tenía en España el mismo carácter obligatorio que ahora tiene la vacuna, y nadie protestaba contra ella. Las gentes se resignaban a padecerla como se resignaban a padecer el tifus y el caciquismo.

Todo esto lo ocasiona el amor propio, haciéndonos creer que quedamos privados de un gran bien, quando le tiene nuestro contrario, ó que el creer los demas que nuestro contrario es bueno y justo, se opone á nuestra utilidad y conservacion. De esto nacen tantas injurias y falsedades, que se atribuyen recíprocamente los Escritores, que son de pareceres opuestos.

El señor Cass ha sido tan bueno con nosotros haciéndonos construir la nueva pieza de la choza y dándonos camas y otros objetos, que no podría soportar la idea de molestarle por productos de su jardín o cualquier otra cosa. No; no le molestaréis dijo Aarón . ¿No hay un jardín en la parroquia donde se pierde una porción de cosas por falta de quien las utilice?

Para vencer nuestro egoísmo, que es muy grande, nos engaña con una ilusión, haciéndonos creer que lo que deseamos es nuestra felicidad, cuando sólo es el bien de la especie. El individuo es el esclavo inconsciente de... Un violento golpe de tos le cortó la palabra. Pidió por señas al P. Gil el pañuelo que tenía sobre la mesa y se lo llevó a la boca. Cuando lo separó, estaba manchado de sangre.

Así sucede todos los días; siempre amargándonos la vida con tristezas, ¡siempre haciéndonos llorar! Pero ¡vaya! a todo esto ni quien piense en el desayuno.... ¡Señora Juana: aquí estamos ya! ¡El chocolatito! tomarás café con leche, ¿no es eso? Ustedes los muchachos no gustan ya del chocolate; dicen que es antigualla. Yo, hijo, como tu abuelo, chocolate y nada más; chocolate bueno eso .

Y la pobre mujer, no pudiendo resistir más, cubríase con el abanico los lacrimosos ojos, mientras doña Manuela le recomendaba la serenidad. No llore usted, Teresa; eso es lo que le gustaba al mío. Los hombres gozan haciéndonos padecer. Todo menos llorar. Cuando usted hable con Antonio, muéstrese seria y altiva. Nada de cariño; si no, los muy pillos se esponjan y se engríen. ¿Hablarle yo?

Preciso es confesar que si carecemos absolutamente de actividad, la naturaleza nos alucina completamente, haciéndonos creer que somos muy activos. Los simples recuerdos nos ofrecen otra muestra de verdadera actividad.

Mas yo solo intento aquí descubrir algunos artificios con que el amor propio nos engaña en el exercicio de las Artes y Ciencias; y si no atendemos con cuidado, nos vuelve necios, haciéndonos creer que somos sabios. Ya hemos mostrado quantos determinados errores nos ocasionan las pasiones con que acompañamos nuestros conocimientos.