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Actualizado: 4 de junio de 2025
5 Y aconteció que derribando uno un árbol, se le cayó el hacha en el agua; y dio voces, diciendo: ¡Ay, señor mío, que era prestada! 6 Y el varón de Dios dijo: ¿Dónde cayó? Y él le mostró el lugar. Entonces cortó él un palo, y lo echó allí; e hizo nadar el hierro. 7 Y él le dijo: Tómalo. Y él tendió la mano, y lo tomó.
La Revolución, las desgracias, los años y las ideas fueron modificando su manera de ser y se completaron en su vejez. Yo mismo puedo asegurar por mi parte haber visto cómo su espléndida y fácil naturaleza se desenvolvía después de los sesenta años de existencia. Parecíase a las encinas que vegetan y se rejuvenecen de continuo hasta el día en que el hacha del leñador rompe su tronco.
Mis manos han tropezado con un hacha, clavada aún en la madera. Y ¿quién puede haber sido ese criminal? El salvaje, señor. ¡Ah, miserable! gritó Van-Stael . Sí; ahora comprendo: aquel infame, después de haber roto las cadenas de las anclas, abrió esta vía para impedirnos huir. ¿Y es muy ancha? Las olas deben haberla agrandado, porque tiene como pie y medio. ¡Estamos, pues, perdidos!
¡Empresas sobrehumanas!... Allá arriba, en las peñas de Lure, existía un bosque de cedros inaccesibles, donde jamás leñador alguno se había atrevido a subir. Va Calendal y permanece allí treinta días completamente solo. Durante treinta días, óyese el ruido de su hacha, que resuena al hundirse en los troncos.
Los domingos, cuando iba a misa, solía contemplar a aquella muchacha morena del primer día arrodillada en el mismo sitio y ejecutando a la lectura del Evangelio la misma operación de levantarse y encender su hacha. Desde la puerta de la sacristía se la veía admirablemente. Esto se iba murmurando, por lo menos, en un grupo de mujeres cierto domingo al salir de la iglesia.
Habíamos obtenido la misma victoria que ayer y bebíamos en grandes vasijas de barro rojo, cuando, de repente, oyose un grito de: «¡El enemigo vuelve!» Y Yégof, a caballo, con sus barbas fluviales, su corona de puntas, un hacha en la mano, brillantes los ojos como los de un lobo, se apareció ante mí, entre las sombras de la noche.
Sintió miedo, el miedo irresistible á lo desconocido, y al mismo tiempo curiosidad, angustia, la impaciencia ante un peligro que amenaza y nunca acaba de llegar. Una explosión estridente sonó fuera del parque, pero á corta distancia de la tapia: algo semejante á un hachazo gigantesco dado con un hacha enorme como su castillo.
Hay un hilo misterioso Tan unido al de mi vida, Como liana entretegida De grueso tronco al redor; Nunca el hacha del destino Conseguirá separarlos, Que á los dos ha de cortarlos Ó conservar á los dos.
Las mías han sido tan tremendas, que el día que me tocaba, no podía menos que compararme a San Pedro Mártir, con el hacha clavada en la cabeza. Pero de algún tiempo a esta parte se me alivian con jamón». ¿Cómo es eso?... ¿aplicándose una tajada a la cabeza? No, hija... comiéndolo... ¡Ah!, uso interno... Vale más que te retires dijo Fortunata a su marido, cuyo sufrimiento crecía por instantes.
Ellas, en unión de los llamados pobres de hacha, que concurrían con un cirio en la mano, esperaban a la puerta del templo la entrada y salida del cadáver para dar rienda suelta a su aflicción de contrabando. Dígase lo que se quiera en contra de ellas; pero lo que yo sostengo es que ganaban la plata en conciencia.
Palabra del Dia
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