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Actualizado: 4 de octubre de 2025
La rabia del desollador no conoció límites, y se apoderó de su hacha, pero Ivona se armó de un cuchillo. El idiota reía a carcajadas, agitando su cabeza de caballo llena de guijarros que producían un ruido sordo y extraño. Afortunadamente, llamaron a la puerta de la cabaña, cuando estaba a punto de ocurrir una desgracia. ¡Abrid, voto a...! ¡abrid de una vez!
Entonces a éste se le escapa el hacha, vacila y cae... Un choque... un remolino de agua... Ha desaparecido. Juan se lanza hacia adelante, su pie tropieza con el puente levantado; delante de él hay un negro agujero. ¡Hermano! ¡hermano! exclama con loca angustia. No piensa ya en nada, no siente nada. Sólo una idea: «¡Salva a tu hermano!» le zumba en la cabeza.
Perfectamente armados y protegidos con sus cascos de acero, cota de malla recubierta por el coleto blanco con la cruz roja de San Jorge en el pecho, el largo arco á la espalda y la maza ó el hacha de combate colgada del cinto, sentíase el barón capaz de grandes empresas al frente de aquellos hombres denodados.
11 Porque como la tierra produce su renuevo, y como el huerto hace brotar su simiente, así el Señor DIOS hará brotar justicia y alabanza delante de todos los gentiles. 1 Por causa de Sion no callaré, y por causa de Jerusalén no reposaré, hasta que salga como resplandor su justicia, y su salud se encienda como un hacha.
Las tierras eran de lo mejor para sembrar, y la princesa tenía fama de inteligente y hermosa; así es que empezó a venir de todas partes un ejército de hombres forzudos, con el hacha al hombro y el pico al brazo. Pero todas las hachas se mellaban contra el roble, y todos los picos se rompían contra la roca.
Os contaré, muchachos, para que sepáis lo que es el hacha de la guerra en manos de ese leñador de Europa.
Los golpes redoblados del hacha hicieron resonar el bosque durante siete dias consecutivos; dirigia yo entre tanto los trabajos de los indios y trabajaba á la par de ellos para animarlos con mi ejemplo, hasta que el soberano de los árboles de aquellos contornos se vió trasformado en una lancha bastante espaciosa.
Soy el gran hechicero Meñique, y con una palabra que le diga a mi hacha te corta la cabeza. Tú no sabes con quién estás hablando. ¡Quieto donde estás! Y el gigante se quedó quieto, con las manos a los lados, mientras Meñique abría su gran saco de cuero, y se puso a comer su queso y su pan. ¿Qué es eso blanco que comes? preguntó el gigante, que nunca había visto queso.
Este, pues, entró y se puso junto al Padre, como solía; otro se puso al lado de un español que gobernaba el timón, y echando la vista á una hacha ó destral, que estaba allí cerca, se sentó sobre ella disimulado, y haciéndose señas el uno al otro, el que escondía la hacha echó mano de ella con gran destreza, y tirándole al piloto, de un golpe le cortó la cabeza.
Como el cazador persiguiendo su presa, como el soldado dedicado á matar á sus semejantes, el cortador de árboles enloquece en su obra de destrucción porque siente tener ante sí á un sér vivo. El tronco gime por la mordedura del acero, y su lamento se repite de árbol en árbol por todo el bosque, como si participaran de su dolor y comprendieran que el hacha se volverá contra ellos también.
Palabra del Dia
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