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Actualizado: 4 de octubre de 2025


El fiero bogavante el homard, soberano de las ricas mesas descansaba sobre las tijeras de sus patas anteriores, arma poderosa como una doble hacha de combate. La langosta saltaba con agilidad por las peñas valiéndose de los ganchos de sus patas, herramientas de guerra y de nutrición.

-Yo se lo diré -respondió Sancho-: porque le he estado mirando un rato a la luz de aquella hacha que lleva aquel malandante, y verdaderamente tiene vuestra merced la más mala figura, de poco acá, que jamás he visto; y débelo de haber causado, o ya el cansancio deste combate, o ya la falta de las muelas y dientes.

Poco a poco, a impulsos del hacha y de la sierra, fueron desapareciendo los copudos y grandes castaños de hojas anchas y frescas con sus torsos retorcidos de piel rugosa, los gigantescos robles que habían renovado sus hojas picadas más de trescientas veces, los nogales que parecen enormes plantas de albahaca, los jugosos pomares, cuyas ramas se doblan hasta dejar delicadamente el fruto en el suelo, y otros árboles de arraigo y respetabilidad en el país.

Tampoco las tienen los papúes dijo el Capitán ; pero disponen de recipientes, y en sus canoas no falta nunca el agua dulce. ¿Y cómo se las componen? Ahora lo verás. De uno de los muchos bambúes que por allí había, cortó con el hacha un trozo del grueso del muslo, y lo dividió en otros trozos más pequeños cortándolo por cerca de los nudos.

El mismo instrumento de muerte sirve para el monarca ó el tirano que lo inventó, como para el súbdito oprimido; para el mártir generoso, como para el malvado. El hacha destruye una ó muchas cabezas; jamas una idea, un principio ó un interés social.

Por una casualidad había descendido a la cocina, cuando me encontré a uno de los ayudantes en vía de matar a la tortuga; pero aquel bárbaro, a fuerza de hacha y machete, trataba de separar el cuerpo de su cáscara sin pensar en matar previamente al pobre animal, cuya cabeza pendía y cuyos ojos se entrecerraban a cada golpe de hacha... ¡Se la quité de entre las manos, lo obligué a matarla en el acto, pero no he vuelto a probar tortuga!

Mas no se crea que a nuestro joven se le daba un ardite de la morenita. La prueba de ello es que en toda la semana volvía a acordarse de su figura ni del santo de su nombre. Creía estar a demasiada altura en achaques de amor para ir a enamorarse en un dos por tres de una muchacha morena que enciende un hacha de cera en misa.

Gertrudis lanza un grito estridente. Juan de este lado, en peligro de muerte... al otro lado, Martín fuera de ... El hacha brilla... Pero detrás de ella está la cadena, la anilla de hierro que le toca la cabeza... La toma con sus manos temblorosas, se cuelga de ella con todas sus fuerzas; y, en el momento mismo en que Martín va a poner el pie en el puentecillo, éste se levanta crujiendo.

Habían muerto por un lado y resucitaban vigorosamente por el otro. Lo que quinientos años antes era tronco aparecía ahora como un muñón negro en forma de mesa, cortado por el hacha ó el rayo; y la raíz, á flor de tierra, florecía á su vez, convirtiéndose en árbol, para continuar una existencia sin límites visibles, en la que los siglos se contaban como años.

Era prolijo en las descripciones, deteniéndose más cuando el objeto reproducido estaba lleno de telarañas, habitado por las chinches ó colonizado por la ilustre familia de las ratas, y su estilo tenía un desaliño sublime, remedio fiel del desorden de la tempestad. ¿Será preciso decir que usaba de mano maestra los más negros colores, y que sus personajes, sin excepción, morían ahogados en algún sumidero, asfixiados en laguna pestilencial, ó asesinados con hacha, sierra ú otra herramienta estrambótica?

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