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Actualizado: 27 de julio de 2025


En resolución, los que subieron se dieron tan buena maña que en un momento bajaron con Agi Morato, trayéndole atadas las manos y puesto un pañizuelo en la boca, que no le dejaba hablar palabra, amenazándole que el hablarla le había de costar la vida. Cuando su hija le vio, se cubrió los ojos por no verle, y su padre quedó espantado, ignorando cuán de su voluntad se había puesto en nuestras manos.

Bastó un saludo algo tímido para que Feli sonriera, olvidando todos los propósitos de seriedad que se había forjado al verle. Sus mejillas se enrojecieron con el recuerdo de lo ocurrido en la tarde cíe Carnaval. Isidro comenzó a hablarla con emoción.

En los días siguientes, aunque se mostraba traba atento con ella, no buscaba su conversación como otras veces; antes huía de las ocasiones de hablarla en particular. La zagala no pudo menos de sentir tal frialdad, y un día con lágrimas en los ojos le dijo á D.ª Robustiana que se iba, que su presencia en la casa no era grata al amo. La mayordoma trató al instante de disuadirla.

En sus relaciones exteriores con la familia Belinchón, esto es, cuando se encontraba con ella en público, observaba una conducta delicada y afectuosa, como personas a quienes debía muchas atenciones. Con Venturita no se autorizaba tantas familiaridades, pero no dejaba de hablarla en el teatro o en el paseo de un modo cariñoso.

La criada mestiza, ayudada por los dos muchachos, quitaba la mesa, y la habitación con tabiques de madera iba tomando el mismo aire que si Elena diese una fiesta. Los tres visitantes, al hablarla, repetían con cierto arrobamiento la palabra «marquesa», como si les llenase de orgullo verse amigos de una mujer de tan alta clase. Elena no ocultaba cierta predilección por Canterac.

Con eso tendría bastante para pagar lo que debemos y hacer frente a la situación; pero luego necesitaría tu apoyo. Cuenta con él. Mi proyecto es el siguiente: primero, buscar esa cantidad por el medio indicado: y luego, tener una entrevista seria con mi madre, ver si hablarla al corazón, aunque no espero nada.

Le repugnaba ir á reunirse con aquella mujer y al mismo tiempo se sentía arrastrado por su curiosidad. Presintió que si se alejaba sin hablarla quedaría para siempre en una incertidumbre torturante, lamentando el resto de su existencia no haberse enterado de si Elena vivía aún ó estaba muerta.

Y había salido de su ensueño conmovida para siempre, con la convicción de que no se realizaría nunca, pero viéndolo a él como un hombre distinto a todos los otros del buque, sintiendo una turbación en su pecho y en sus ojos, un temblor en las piernas, una música lejana en los oídos cada vez que Fernando se aproximaba para hablarla... Luego ¡qué de penas viéndole con aquella señora tan elegante, tan altiva, que parecía burlarse de ella con los ojos!... El ensueño no se realizaría nunca; una ilusión imposible, como tantas otras de su pobre existencia... Y cuando había perdido toda esperanza, era él, ¡él! quien avanzaba en la noche con palabras de poesía, igual a un príncipe magnífico y clemente, y la estrechaba entre sus brazos y buscaba su boca, haciéndola estremecerse como una sierva de amor. ¿Qué había en su persona para merecer esta dicha, pobre, fea, mal vestida, entre tantas mujeres bellas y felices, y arrastrando además cual una cadena su pasado de miseria?...

Valentina tuvo, en efecto, lástima de él, y le dejó; pero todavía le retorció el pellejo de los brazos unas cuantas veces. A no se me engaña, ¿lo sabes? ¡A no se me engaña! Si vuelvo a saber que has estado con ella, excusas de venir más por aquí. Bueno, te prometo no hablarla más; pero no vayas a hacer caso del primer cuento que te traigan.

Pablo dijo a la joven, que así como había venido a hablarla, podía muy bien huir a las montañas; pero que deseaba saber, ya en esos momentos muy graves para él, si no podía abrigar esperanza ninguna de ser correspondido, pues en este caso se resignaría a su suerte, e iría a buscar la muerte en la guerra; y si sintiendo por él algún cariño Carmen, se lo decía, se escaparía inmediatamente, procuraría cambiar de conducta y se haría digno de ella.

Palabra del Dia

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