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Actualizado: 13 de noviembre de 2025


31 Ninguna obra haréis; estatuto perpetuo será por vuestras edades en todas vuestras habitaciones. 33 Y habló el SE

Acabaremos aquí el verano y el año que viene haré preparar vuestras habitaciones y un hermoso estudio en el edificio donde están situados los cuartos de los amigos ... Usted le conoce, porque allí fué donde pasó la enfermedad producida por su accidente ... Estaréis, por tanto, independientes, y yo gozaré de vuestra presencia.... Comeréis conmigo, si así lo queréis, y recibiréis á vuestros amigos como si fueseis los dueños de la casa ... Yo seré la que represente el papel de una invitada ... En París os ofrezco el entresuelo de mi casa de la calle de Courcelles ... Yo vivo en el primero.

Voy a libertar a Vd. de mi presencia odiosa. Adiós para siempre. Dicho esto, Pepita se levantó de su asiento, y sin volver la cara inundada de lágrimas, fuera de , con precipitados pasos se lanzó hacia la puerta que daba a las habitaciones interiores. D. Luis sintió una invencible ternura, una piedad funesta. Tuvo miedo de que Pepita muriese.

Le dejó en el recibimiento, lleno de retratos como el de casa de los Febrer, y corrió con un ligero trote de ratón a las habitaciones interiores, para avisar esta visita extraordinaria que turbaba la paz monástica del palacio. Transcurrieron largos minutos de silencio.

No tenía parientes y pasaba casi todo el día en la casa de Brull. Era como un mueble que interceptaba el paso en las habitaciones, y acostumbrados todos a él, resultaba indispensable para la familia. Don Ramón le había conocido en su juventud de modesto empleado en el ayuntamiento, y le enganchó bajo su bandera, haciéndole al poco tiempo su jefe de estado mayor.

El duque de Gandía, rara vez, y aun así por pocos momentos y tratándola ceremoniosamente, entraba en sus habitaciones. No era un marido, ni mucho menos un amante, ni siquiera un amigo. Doña Juana para el duque de Gandía, no era más que un medio.

¡Qué olor habría allí, madre mía! exclamó Maximina. ¡Atroz! me dijo que no se podía respirar. Pues sucedió que fue a alojarse a casa de uno de los principales del pueblo; pero la mayor parte de las casas, aun las de los ricos, no tenían más habitaciones que la cocina y los dormitorios.

Por la principal se pasa al patio enlosado y con columnas, a las salas y demás habitaciones señoriles; por la otra, a los corrales, caballeriza y cochera, cocinas, molino, lagar, graneros, trojes donde se conserva la aceituna hasta que se muele; bodegas donde se guarda el aceite, el mosto, el vino de quema, el aguardiente y el vinagre en grandes tinajas; y candioteras o bodegas, donde está en pipas y toneles el vino bueno y ya hecho o rancio.

Con las manos estremecidas sobre las telas, estuvo un momento dudando si podría tragar su despecho. Tenía asomadas a los labios desdeñosos unas agrias frases de reproche y ofensa, y, con ellas extendidas por toda su cara descompuesta, salió de la estancia dando un tremendo portazo que alzó en todas las habitaciones un eco penetrante.

¿Dónde están alojadas estas monjas? pregunté a mi patrón. ¿Dónde están alojadas?... ¡Pues en casa! ¿No las ha visto usted?... ¡Ah! No me acordaba que ha llegado hoy... Ocupan dos habitaciones no muy lejos de la que usted tiene. ¿Son hermanas de la Caridad? Me parece que no, señor... Tienen un colegio allá en Sevilla... La más vieja es la superiora... es valenciana.

Palabra del Dia

vengado

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