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Actualizado: 24 de junio de 2025


La maternidad dolorosa santificaba a la mujer, le permitía acercarse a ella sin miedo y sin repugnancia, tratándola con una llaneza maternal. Debe usted sufrir mucho. Algunas noches la oigo revolverse en la cama... Tenga usted paciencia; es el castigo que nos impuso Dios por la rebeldía de la primera mujer. Todos hemos de sobrellevar la culpa.

Conveníale, por último, dar aviso a su mujer acerca del valor moral de Rosita, a fin de que no se engañase; pero disimular luego su disgusto si su mujer seguía tratándola. Y esto hizo don Braulio. Habrá quien crea que don Braulio hizo mal y que era débil de carácter. Aquí no le damos como dechado de fortaleza. Le pintamos tal como es.

Todo se necesitaba para vivir con tan poca tierra. Había que estar siempre sobre ella, tratándola como bestia reacia que necesita del látigo para marchar. Era una parcela de un vasto jardín, en otro tiempo de los frailes, que la desamortización revolucionaria había subdivido.

Margarita creció, creció en hermosura y en pureza, creció á mi lado; yo la enseñé á leer, yo la expliqué los misterios de la religión, que el párroco nos explicaba en la iglesia... Margarita creció en años y en hermosura, y se hizo mujer. Yo seguía tratándola como hermana; la amaba con toda mi alma, pero creyendo amarla con un amor de hermano.

Su tía doña Carmen, madre de Clotilde y suegra de Molínez, parecía fiar y descansar en Julia para todo lo referente al cuidado de la casa, tratándola como a hija y siendo por ella considerada con grande amor y respeto.

Indudablemente era muy de agradecer el interés que aquel bondadoso apóstol de Cristo se tomaba por ella. Y todo sin regaños, sin manotadas, tratándola como un buen pastor trataría a la más querida de sus ovejas. A pesar de esta excelente disposición de su ánimo, la infeliz vacilaba un poco. De una parte le seducía la vida retirada, silenciosa y cristiana del claustro.

A ella la tenían asida otros dos tratándola de alcahueta y bruja. ¡Quién tal pensara de una mujer que hacía la vida referida! A las voces del alguacil y a mis quejas, el amigo, que era un frutero que estaba en el aposento de adentro, dio a correr.

Seguía, pues, mimándola y tratándola como si Inesita tuviera cinco o seis años.

Cuando llegó esta amonestación, ya Lucía había hecho por instinto lo que el Padre Urtazu le aconsejaba. Humilde y mansa como una cordera, sus miradas pedían a cada paso perdón. Miranda apartaba de ella los ojos, tratándola con desdén glacial.

El duque de Gandía, rara vez, y aun así por pocos momentos y tratándola ceremoniosamente, entraba en sus habitaciones. No era un marido, ni mucho menos un amante, ni siquiera un amigo. Doña Juana para el duque de Gandía, no era más que un medio.

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