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Actualizado: 13 de octubre de 2025


Golpeó fuertemente el tabique inmediato a su cama. En la habitación próxima dormía Salvador; y durante los días críticos de la enfermedad de D. Benigno, siempre que este necesitaba de la asistencia de su nuevo amigo le llamaba con un par de golpes suavemente dados en la pared. Era la media noche.

El estudiante sube á la galera, y con más ilusiones que dineros toma el camino de la Corte. #Hoy llega#. Tres días después de la aventura descrita en el capítulo segundo, estaba Clara muy de mañana encerrada en el cuarto que le servía de habitación.

Consérvalo como un recuerdo de nosotras. Nos escribirás de cuando en cuando, ¿no es verdad? Nosotras también. Cuando Pepa no esté para eso lo hará Rorró. Ahora, dame un abrazo, y acuéstate. Llama a Pepa. Me parece que el señor Cura ya está en su cuarto. El sacerdote se había retirado a su habitación. Debía salir muy de mañana y no quería desvelarse. Salí al corredor.

Casi en el medio de la habitación, junto a un escritorio elevadísimo, donde don Anselmo acostumbraba a escribir bajo el dictado de don Eleazar, sentado sobre un esqueleto de silla, estaba éste, desayunándose, delante de una mesita muy poco más grande que el plato en que comía.

Don Eugenio me lo ha contado, y don Eugenio no dice una cosa por otra. ¡Bribona! ¡Bribonaza! tartamudeó el señorito, iracundo, paseándose por la habitación aceleradamente.

Dió varios paseos silenciosos por la habitación, como si las últimas palabras le hiciesen pensar en cosas lejanas, muy distintas de lo que hasta entonces había dicho.

Estuvo por allá toda la tarde, y vino muy de noche ya. Mientras tanto, la señorita había tenido dos ataques; ella la había asistido, porque no quiso que se llamase al médico. El sacerdote se encerró en su habitación. La señorita me mandó llamarle, pero no quiso acudir hasta que le fui a decir que estaba con un ataque.

Podrá suceder que tal ó cual curva del terreno coloque la habitación que usted ocupe bajo una influencia demasiado fría; que, por ejemplo, un torrente desembocando en la costa, un valle oculto, pérfido, la traiga el viento del Norte, ó que, merced á un repliegue del terreno, el viento del Oeste se engolfe y la ahogue con su soplo. ¿Hay pantanos en las cercanías?

Viéndose a solas en la habitación conyugal pues había vuelto a ella al abandonar su cuarto de enfermo , plantábase frente a un espejo y se perfilaba lo mismo que si estuviese ante un toro, poniendo un brazo sobre otro en forma de cruz, cual si tuviera en sus manos la espada y la muleta. ¡Zas!

Razonte sale en busca de Angélica; abrázala tiernamente tras tan larga ausencia; declárale las palabras del oráculo, y acuerdan ambos que Razonte finja creer en la metempsícosis y pasar por un héroe de la antigüedad. Entran en la habitación de los padres de Angélica. BEATRIZ. ¿Qué veo? ¿Razonte? ¿No os he dicho millares de veces, que renunciéis para siempre á mi hija? Sólo Héctor será su marido.

Palabra del Dia

aprietes

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