Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 22 de mayo de 2025
Venía hecha la caricatura de una gran señora, con traje de baile muy escotado y guantes hasta el codo, uno de ellos sin abotonar. Vamos, don Quintín, hágame usted el favor de echarme estos botoncitos dijo al estanquero, presentándole la mano y acercándosele mucho.
Gracias, dijo sonriendo Tragomer, y no queriendo ofrecer dinero al digno sargento, sacó del bolsillo una petaca de paja de Manila y la presentó al jefe del puesto. Hágame el favor de aceptar un cigarro. ¡Con mucho gusto!... ¡Cáspita! ¿Ha pasado usted, al venir, por la Habana? Cristián vació la petaca en las manos del soldado y, saludándole, siguió al guía que le esperaba.
Como los trae de Castilla por mayor la tendera, que es amiga mía, da muchos más por cuatro cuartos que en las otras tiendas.... ¿No le gustan á usté? ¡No! ¡Jesús, pues vaya una rareza!... Hágame el favor de dar esa tira que está debajo de usté, para amarrar la labor.... Muchas gracias.... ¡Pero qué mala cara se le ha puesto á usté de repente! Es que ... tengo un flemón.
Aprécieme si puede, compadézcame si quiere, no me maldiga, ocurra lo que ocurra, y si en el próximo correo recibe un sobre orlado de negro, hágame el honor de creer firmemente que no tengo ningún derecho a su reconocimiento. »Beso la mano más linda de París. La condesa viuda de Villanera a la señora de La Tour de Embleuse. «Villa Dandolo, 2 mayo 1853.
Sr. de Araceli me dijo doña María la juventud es así. Comprendo los celillos de mi hijo. Verdaderamente Inés se alarga demasiado con lord Gray. Aunque le supongo a usted poco aficionado a perder el tiempo conversando con muchachas frívolas, hágame el favor de departir un rato con mi futura nuera. Doña María miró a Inés con enojo, y dirigiéndose luego a lord Gray, le llamó con afectuosa súplica.
Sí; hágame servir un cubierto. También tendrá usted que prestarme dinero, no me queda nada. ¡Cómo! Sí, sí; yo tenía un millón, pero se lo he dado a Honorina. El duque comió con el apetito voraz de un loco. Después, sus ideas parecieron aclararse. Era un espíritu fatigado más bien que enfermo.
Yo te abandono á tu suerte. Hágame la cuenta de que no te conozco. Te pondrán tal vez en libertad, irás con ellos, serás vencido, y entonces ... ó huirás con ignominia, ó te entregarás á la venganza de tus enemigos, que no tendrán perdón para ti, y harán bien. ¿Pero usted me abandona? Sí: ya te he conocido. Vine sólo por conocerte. Ya sé quién eres.
Desgraciadamente no tardé mucho en conocer que había en aquella expresión más verdad de lo que mi buen Braulio se figuraba. Interminables y de mal gusto fueron los cumplimientos con que para dar y recibir cada plato nos aburrimos unos á otros. Sírvase usted. Hágame usted el favor. De ninguna manera. No lo recibiré. Páselo usted á la señora. Está bien ahí. Perdone usted. Gracias.
No tenemos su bandera, señor: desolado, completamente desolado... Yo le prometo que en el próximo viaje cuidaré de tenerla... Por el momento, si el señor quiere, hágame el honor de contentarse con esta otra... Al fin todos vamos a Buenos Aires.
Soledad, de mala gana, dió algunos pasos hacia él. ¿Qué arrechucho es el que te ha cogido, niña? preguntóle riendo. Soledad alzó los hombros con desdén y profirió gravemente: Hágame usted el favor de decirme lo que se le ofrece, que tengo prisa.
Palabra del Dia
Otros Mirando