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Actualizado: 23 de junio de 2025


12 Y a Bernabé llamaban Júpiter, y a Pablo, Mercurio, porque era el que llevaba la palabra. 13 Y el sacerdote de Júpiter, que estaba delante de la ciudad de ellos, trayendo toros y guirnaldas delante de las puertas, quería con el pueblo sacrificarles. 14 Cuando lo oyeron los apóstoles Bernabé y Pablo, rotas sus ropas, se lanzaron a la multitud, dando voces,

Mas para la función que se celebraba habíanla adornado cuanto les fue posible. Guirnaldas de flores circundaban los altares principales cubiertos de paños blancos planchados de fresco.

En aquel singular regalo a Lucía, gastó Juan sus ganancias de un año. Por los bajos de la pared, y a manera de sillas, había, en trípodes de ébano, pequeños vasos chinos, de colores suaves, con mucho amarillo y escaso rojo. Las paredes, pintadas al óleo, con guirnaldas de flores, eran blancas. Causaba aquella antesala, en cuyo arreglo influyó Juan, una impresión de fe y de luz.

En estas pláticas iban, cuando vieron que, por la quiebra que dos altas montañas hacían, bajaban hasta veinte pastores, todos con pellicos de negra lana vestidos y coronados con guirnaldas, que, a lo que después pareció, eran cuál de tejo y cuál de ciprés. Entre seis dellos traían unas andas, cubiertas de mucha diversidad de flores y de ramos.

Deslizaos detrás de esa madreselva que rodea esa hermosa palmera con sus guirnaldas purpuradas... ¡Veis!... ¡Santo Dios! ¡es la monja! ¡es el gitano! Un pálido y débil rayo de luna jugueteaba sobre el encantador grupo.

Son plantas silvestres parecidas a la vid, pero requieren cuidadosas atenciones si se quieren obtener grandes productos de ellas. De sus flores, que no tienen cálices y que se agrupan en largas guirnaldas blancas, salen las habas, que primero son verdes, después rojas y por último amarillas.

Y Fernando fue por la tarde a la terraza del fumadero, adornada con banderas y guirnaldas. El capitán, asistido por los «señores de la comisión», dirigía los juegos. Maltrana, agregado a ella como representante de su amigo, había acabado por usurpar el primer puesto, gritando y moviéndose más que todos los otros juntos.

Contesté del mejor modo posible a todas las preguntas, diciendo acerca de mi amigo los detalles que conocía, inventando descaradamente los que ignoraba, y guardándome, sobre todo, de confesar que jamás había reparado en si cerraban bien sus ventanas, o de qué color era el papel de su cuarto. ¡El papel de su cuarto! Es azul, señora, azul pálido con guirnaldas.

Y no hubieron andado un cuarto de legua, cuando, al cruzar de una senda, vieron venir hacia ellos hasta seis pastores, vestidos con pellicos negros y coronadas las cabezas con guirnaldas de ciprés y de amarga adelfa. Traía cada uno un grueso bastón de acebo en la mano.

La pequeña iglesia no contenía más altares que el que estaba en el fondo, y que se hallaba a la sazón adornado con un Belén.... Las paredes, por todas partes, estaban lisas, y, entonces, los vecinos las habían decorado profusamente con grandes ramas de pino y de encina, con guirnaldas de flores y con bellas cortinas de heno, salpicadas de escarcha.

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