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Actualizado: 1 de junio de 2025
Roussel no había repetido la pregunta; pero un día en que el álbum de los croquis estaba sobre una mesa, en ausencia del pintor, había levantado la cubierta, recorrido las hojas y adquirido la certeza de que todas estaban inmaculadas. Entonces, ¿en qué pasaba Mauricio los días? ¿Habría faltado á su promesa y vuelto á casa de la señorita Guichard?
Quiero que vivas para que te muestres perfecta. En consecuencia, Señorita Guichard, ¿quiere usted hacerme el honor de concederme su mano? Clementina permaneció un momento inmóvil, vacilante, bajo aquel golpe tan inesperado. Un temblor nervioso agitó sus labios y no pudo responder.
Las petacas y sombreros de Lucban constituyen una industria bien conocida en Manila, y aun en España y en el extranjero. En los mismos momentos en que escribo estas líneas, tiene hecha la casa de Guichard y Compañía con un amigo mío, una gran contrata de sombreros para la exportación.
Mauricio, esforzándose en aparecer tranquilo, quedó solo en presencia de la señorita Guichard. Sin embargo, se creía algo en ridículo, al pie del muro y con el sombrero en la mano, y pensaba: "Debo parecer un mendigo pidiendo limosna" ... Pero tuvo una agradable sorpresa. Puesto que usted, caballero, tiene curiosidad de saber lo que nos tiene divididos al señor Roussel y á mí, va usted á oírlo.
¡Vaya usted á preguntárselo! ¿La ha obligado á acompañarla? ¡Obligado! exclamó Bobart. ¿Cómo es eso posible? ¿Por qué no robado á la fuerza? ¡En medio de quinientas personas! ¡No, no! La señora de Aubry ha seguido á su tía de buen grado.... La señorita Guichard la ha ilustrado acerca del aspecto moral del acto que iba á cometer.
En esto encontraba Roussel un gran campo de discusión y le aprovechaba, ocupando á Mauricio con sus razonamientos y forzándole á distraer su dolor en controversias. En resumen, sospechaban que la señorita Guichard había secuestrado á la señora de Aubry de un modo tanto más criminal cuanto que no tenía sobre la joven ni derechos naturales ni derechos adquiridos.
Será, pues, necesario que te presentes con cara de contricción y de inquietud, que pidas hablar en secreto con la señorita Guichard y que cuentes que te he sorprendido yendo á su casa y que ha habido entre los dos una escena violenta, cuya conclusión ha sido este ultimátum formulado por mí: romper toda relación con mi enemiga ó abandonar mi casa. ¡Cómo! ¿Será preciso abandonar á usted?
Herminia tembló, pensando: "¿Qué va á preguntarme?" El joven dijo sencillamente: ¿Seré tan dichoso que esté hablando con alguna amiga ó pariente de la señorita Guichard? Era preciso responder, so pena de pasar por una grosera. Soy su sobrina, balbuceó Herminia. ¡Oh! Me alegro infinito! dijo él con calor.
La señorita Guichard envió á su huésped todo lo necesario, pero no pareció por su habitación. Al día siguiente, á las diez de la mañana, el médico dió de alta á Mauricio y éste, ya vestido y ofreciendo el aspecto de un bello mozo, solicitó en vano el favor de dar las gracias á la dueña de la casa. Dejó una carta, en la que prometía volver, subió en un coche y se dirigió á Montretout.
Se encontraron mal y después de algunas palabras insignificantes, necesarias para atenuar la amargura de sus réplicas, se separaron muy descontentos y á mil leguas de una inteligencia. Roussel se fué á pie para calmar la efervescencia de su sangre y dando al diablo á su tío Guichard y á sus fantasías testamentarias.
Palabra del Dia
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