Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 14 de julio de 2025
En todas partes guardias que les miraban con ojos vagos, como si aún no estuvieran despiertos; labradores que, con la mano en el ronzal, guiaban su carro de verduras, esparciendo en las calles la fresca fragancia de los campos; viejas arrebujadas en su mantilla, acelerando el paso como espoleadas por los esquilones que volteaban en las iglesias próximas; gente, en fin, que al verles metidos en el negocio, chillaría o se apresuraría a separarles. ¡Qué escándalo! ¿Es que dos hombres de bien no podían pegarse con tranquilidad en toda una Valencia?
Yo también tenía mis horas canónicas en el cuartel de guardias de Corps: el cigarro era el incensario, la baraja el libro de coro, y nunca me faltaban otras devociones y ejercicios más o menos espirituales.
Tanto, que cuando el acompañante desconocido del tenedor se arrojó sobre mí de improviso y me sujetó la mano con que empuñaba el revólver, un hombre del pueblo le sujetó a la vez, diciendo: ¡Aquí no se hacen canalladas! Deje usted que vengan los guardias. Y hubo un murmullo de aprobación en el corro. Gloria se había desprendido de las manos de don Manuel y había corrido a ponerse a mi lado.
Tambien se alteró el plan de defensa, porque de errantes y lanzeros que eran los blandengues, se fijaron en varios puntos, ó guardias, repartidas por la frontera, y se armaron como dragones, sirviendo en caballos propios.
Ortiz y sus valerosos guardias persiguieron á los fugitivos durante algún tiempo, y cuando regresaron al sitio de la acción, hallaron á Gregorio Surín que con seis de los suyos, se había rendido á un indivíduo llamado "Pancho" Jaba, que había servido de práctico á las tropas leales.
Durante largos años la ciencia había reído del pulpo gigantesco y de la serpiente de mar, otra bestia prehistórica entrevista muchas veces. Eran invenciones de los navegantes de imaginación: cuentos de proa para pasar las guardias nocturnas. Los sabios sólo pueden creer en lo que estudian directamente y catalogan á continuación en sus museos...
Es Farinelli respondiome el oficial de guardias, que tenía todavía el sombrero en la mano.
A juzgar por éste y por la lentitud de los tiros, los enemigos invisibles no debían contar más que con tres fusiles. Los guardias en tanto avanzaban y disparaban, se escondían detrás de los troncos de los árboles, se acostaban y procuraban ganar la altura. Saltaban pedazos de rocas, se desgajaban ramas de árboles, se levantaban pedazos de tierra.
En el pasillo detuviéronse el viejo y los guardias, respirando ansiosamente, magullados por el gentío. Algunos espectadores les siguieron. ¡Parece imposible! dijo uno de los guardias . Una persona de edad y que parece decente... ¿Y usted qué sabe? gritó el viejo con expresión agresiva . Mis razones tengo para hacer lo que he hecho. ¿Sabe usted quién soy yo?
Mientras duró esta breve conversación los amigos de Tristán se burlaban de lo lindo, aunque en voz baja, del paisano. «¡Guardias, socorro!» exclamaba uno . «Tome usted la cartera. ¡No me haga usted daño por Dios!» decía otro llevando la mano al bolsillo . «Pues habla en diminutivo con mucha dulzura.» «Será un bandido generoso como Diego Corrientes.» «Mirad qué pálido se ha quedado Aldama.»
Palabra del Dia
Otros Mirando