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Actualizado: 14 de julio de 2025
Con todo, aunque se quiera poblar en las sierras, por varios pareceres que haya, son los nuestros, ser de mucha ventaja para la Corona poseer las dichas sierras, por hallarse mucho campo avanzado para las siembras y ganados: pero resulta dejarles abierta la entrada de la distancia de las Salinas hasta la costa del Paraná, que no es menos que de 220 leguas; y para conseguir que se haga un cordon de guardias y poblaciones, desde dicha costa á la Patagónica, es necesario número crecido de gente.
Caminando junto a la carretera polvorienta, sin ver otras caras que las de los carreteros que marchaban perezosamente tras sus vehículos, o las de los guardias de Consumos sentados ante sus garitas, Juanito se encontraba mejor.
Por último, apareció el reo. Venía acompañado de un sacerdote y rodeado de guardias. Seguía a la comitiva bastante gente. Gastaba el reo barba cerrada, negra y espesa; la hopa que le cubría y el birrete que llevaba en la cabeza, el cual le venía un poco holgado, prestábanle un aspecto lúgubre, espantoso.
Eso mismo digo yo indicó D.ª Gregoria . Bien saben todos que tú no eres ningún rana, y que has escupido en corro con guardias de Corps y valonas, y con generales de aquellos que había antes, tan valientes, que sólo con mirar al enemigo le hacían correr. Y no se trate prosiguió el Gran Capitán de embobarnos con cuentos de brujas como los que desembucha el Sr. de Santorcaz.
El príncipe oyó fragmentos de sus comentarios: «Un pobre que vivía milagrosamente... La más leve emoción... Esa mujer...» Más allá del grupo correteaban los guardias del jardín transmitiéndose órdenes. Habían aparecido los bomberos, aquellos bomberos que, según el rumor público, se filtraban mágicamente á través de los muros del Casino para llevarse á los jugadores caídos en las salas.
En vano suplicó que se le dejase en el teatro hasta el final de la representación prometiendo constituirse inmediatamente preso. Los guardias fueron insensibles. García hubo de pasar por el trance fiero de no ver el estreno de la obra.
En caso de quererse poblar, sea como unas 15 ó 20 leguas antes de llegar á las sierras, porque aquí logran ver venir los enemigos á campo descubierto. Los que aquí poseen se hallan entre los enemigos de las sierras, y los que, á título de paz, se hallan con sus tolderias inmediatos á las guardias que en el dia están puestas.
Esto supuesto, para que la gente esté segura en nuestras guardias, fuertes y fortines, basta que tengan un cuadrilongo de simple estacada, porque no lo han de romper bolas ni lanzas, mucho menos defendiéndolas con armas de fuego. Todos los fuertes de la frontera del Paraguay no son mas de lo dicho, ni aun la mitad, como V. E. no ignora.
Sobre aquellas cinco muchachas podría asegurarse estaban todas las alhajas más valiosas del pueblo, y tanto es así, que se solicitó del Alcalde un guardia civil para vigilar y custodiar á cada una de aquellas niñas; el Alcalde que es algo de broma, dijo bastaba con un fusil de chispa, y en vez de guardias, dió cuadrilleros.
Los guardias cansáronse pronto de este registro infructuoso. El guardia más antiguo miraba maliciosamente, como un perro que husmea, hacia el grupo de mujeres. Por allí cerca debía estar el escondrijo. ¡Pero cualquiera hacía mover a las secas y negruzcas matronas de sus asientos! Bien claro hablaban los ojos hostiles de estas damas. Habría que arrastrarlas a viva fuerza, y eran señoras.
Palabra del Dia
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