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Actualizado: 15 de junio de 2025
Venían las damas en jamugas, con bohemios , sombreros con plumas y mascarillas en los rostros, los chapines , con plata, colgando de los respaldares de los sillones; y ellos, unos con portamanteos sin cojines, y otros sin cojines ni portamanteos, las capas dobladas debajo, las valonas en los sombreros, con alforjas detrás; y los músicos, con la guitarras en cajas delante de los arzones, y algunos dellos ciclanes de estribos , y otros, eunucos, con los mozos que le sirven a las ancas, unos con espuelas sobre los zapatos y las medias, y otros con botas de rodillera, sin ninguna; otros con varas para hacer andar sus cabalgaduras y las de las mujeres.
Eso mismo digo yo indicó D.ª Gregoria . Bien saben todos que tú no eres ningún rana, y que has escupido en corro con guardias de Corps y valonas, y con generales de aquellos que había antes, tan valientes, que sólo con mirar al enemigo le hacían correr. Y no se trate prosiguió el Gran Capitán de embobarnos con cuentos de brujas como los que desembucha el Sr. de Santorcaz.
El excelentísimo señor don Teodoro de Croix, caballero de Croix, comendador de la muy distinguida orden teutónica en Alemania, capitán de guardias valonas y teniente general de los reales ejércitos, hizo su entrada en Lima el 6 de abril de 1784. La administración del caballero Croix, a quien llamaban el Flamenco, fué de gran beneficio para el país.
En fin, es moza de brío, Y que puede descuidar 1560 De camisas y valonas Á un hombre de mi talante. Lleva, en saliendo, delante Más pretendientes personas Que un oidor ó presidente. 1565 Si yo la moza poseo, Luego habrá despolvoreo De todo amor pretendiente: Á ellos de cuchilladas Y á ella de muchas coces. 1570 Ya mi cólera conoces. No la has visto ¿y ya te enfadas? Gente de un coche se apea.
La verdad es que llegué a la puerta, adonde estaban jugando hasta una docena de diablos a la pelota, todos en calzas y en jubón, con valonas guarnecidas con puntas de randas flamencas, y con unas vueltas de lo mismo, que les servían de puños, con cuatro dedos de brazo de fuera, porque pareciesen las manos más largas, en las cuales tenían unas palas de fuego; y lo que más me admiró fue que les servían, en lugar de pelotas, libros, al parecer, llenos de viento y de borra, cosa maravillosa y nueva; pero esto no me admiró tanto como el ver que, siendo natural de los jugadores el alegrarse los gananciosos y entristecerse los que pierden, allí en aquel juego todos gruñían, todos regañaban y todos se maldecían.
Palabra del Dia
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