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Actualizado: 7 de octubre de 2025


¿Por qué el despojo de este ser inquieto No se resigna al misterioso olvido, Y el mundo deja con pavor secreto Mirando atras con ojo amortecido? Es porque el alma en nuestro ser revive Guardando el ojo una piadosa gota, Que hasta en la tumba la natura vive Y el fuego estinto de cenizas brota.

Tuvo, no obstante, el Emperador la suficiente entereza para reprimir ó disimular las afectuosas demostraciones de padre, y continuó guardando el secreto.....»

Entonces se hacían traer lista de todos los muchachos y muchachas, viudos y viudas del pueblo, capaces de casarse, y aun los hacían concurrir a unos y a otros a la puerta de la iglesia, y allí examinaban si algunos o algunas tenían tratado el casarse, o los padres de los muchachos les tenían tratado matrimonio; y a los que ya lo tenían tratado, que eran pocos o ningunos, procuraban se efectuase, si no hallaban causa para impedirlo; y a los demás allí mismo les hacían elegir mujer, o ellos se la señalaban, y, guardando las ceremonias de proclamas, los casaban tal vez todos en un día, por lo menos a muchos juntos.

Y yo no me enfadé, y volví, y todos los días le traía algo á la Silvia. Como usted era el que iba á la compra, no le podíamos sisar, y la infeliz no tenía una triste chambra que ponerse. Era una mártira, D. Francisco, una mártira; ¡y usted guardando el dinero y dándolo á peseta por duro al mes! Y mientre tanto, no comían más que mojama cruda con pan seco y ensalada.

He usado con parsimonia de sus preciosas notas, guardando las más sustanciales para tiempos mejores y más meditados trabajos, temeroso de que por retocar obra tan informe, desapareciese su fisonomía primitiva y la lozana y voluntariosa audacia de la mal disciplinada concepción.

Si bien más de las tres cuartas partes de mi fortuna actual ha sido adquirida en gloriosos combates, no por eso es otro su origen que el que acabo de indicar. »Al volver á Francia, en mi vejez, me informé de la situación de los Champcey d'Hauterive: era dichosa y opulenta. Continué guardando un profundo silencio. ¡Que mis hijos me perdonen!

Entonces era de ver la indignación con que tíos y hermanos acogían lo del abandono. ¡Otra que Dios...! ¿Y aún se quejaba? ¿Pus si no le hubiesen abandonado sería él ahora comerciante con tienda abierta? Cuanto más, estaría guardando el ganado de algún rico. A la familia, pues, debía lo que era.

Al cabo dijo en tono resuelto, guardando la navaja: Tienes razón... Me gusta esa niña, pero la mereces más que yo porque la quieres mucho más... , por desgracia añadió con voz temblorosa, lo que es querer de ese modo, y que poco importa la vida ó la muerte al que tiene ya el corazón hecho pedazos... Bajó la cabeza y permaneció callado unos instantes.

, yo soy Amparo me contestó dominándose y sonriendo tristemente; yo soy su protegida de usted. Y calló, me indicó el sofá, y fue a sentarse junto a él en un sillón. Seguimos guardando silencio por algún tiempo. Yo la contemplaba con asombro. Quisiera poder describirla. Pero es imposible.

Que se te quite de la cabeza... Casadita, puedes hacer lo que quieras, guardando el aparato de la comenencia. La mujer soltera es una esclava; no puede ni menearse. La que tiene un peine de marido, tiene bula para todo. Fortunata callaba, mirando vagamente al suelo, con la barba apoyada en la mano.

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