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Su vista es elegante y graciosa por la parte de la ciudad y no deja de realzarla extraordinariamente la torre de la iglesia. La estampa número 2.º presenta su imágen con semejanza por su frente ó fachada principal.

¡Qué tarde! volvió a exclamar el apuesto caballero dirigiéndola una mirada fija y triste de reconvención. La dama le pagó con una graciosa sonrisa, replicando al mismo tiempo con acento burlón: Nunca es tarde si la dicha es buena. Y le tomó la mano y se la apretó suavemente, y le condujo luego sin soltarle al través de los corredores, hasta un gabinete que debía ser el despacho del mismo joven.

¡Ay! significa un hecho, como pudiéramos decir una dolencia, el cual se deja ver en todos los círculos de esta especialísima sociedad. Significa que la imaginacion crea una fórmula exterior, graciosa, dramática, para apoderarse impunemente del espacio y hacer su negocio. Es cultura, se dice. ¡Cómo!

El testimonio de Agustín de Rojas, uno de sus contemporáneos, conviene hasta cierto punto con el de Cervantes, cuando se expresa así en su Viaje entretenido: «Digo que Lope de Rueda, Gracioso representante Y en su tiempo gran poeta, Empezó á poner la farsa En buen uso y orden buena, Porque la repartió en actos, Haciendo introito en ella, Que ahora llamamos loa; Y declaraba lo que eran Las marañas, los amores, Y entre los pasos de veras Mezclados otros de risa, Que porque iban entre medias De la farsa, los llamaron Entremeses de comedia; Y todo aquesto iba en prosa Más graciosa que discreta.

He notado que en Andalucía, al enamorarse dos jóvenes, se establece previamente entre ella y él una graciosa hostilidad, donde ambos ponen de manifiesto su imaginación en rápidas y oportunas contestaciones, diciéndose en son de burla mil frases descomedidas.

Pío IX debía de tener la presciencia de mis pretendientes exclamó Francisca con graciosa convicción. ¿Y qué van ustedes a hacer de todas estas noticias? Nada respondió la de Ribert.

En nuestros tiempos, la creciente complejidad de nuestra civilización privaría de toda seriedad al pensamiento de restaurar esa armonía, sólo posible entre los elementos de una graciosa sencillez.

Cuando Flimnap describió, con arreglo á sus informes, el momento en que Momaren y Golbasto cayeron al suelo bajo el salivazo gigantesco, el senador empezó á reir como un niño, pidiendo que le relatase por segunda vez la graciosa escena. Ignoraba que Golbasto tuviera tal motivo para odiar al Hombre-Montaña. Ese poeta dijo es un intrigante.

Ese pañolito de crespón rojo junto á ese cuello tan blanco.... ¡Dale! Ese pelo, tan negro como los ojos.... ¡Otra! Y luego, una cinturita como la de usted, entre los pliegues de una falda tan graciosa. ¡Vaya una indiana bonita! ¡Jesús!

Que en rescate del hijo una graciosa Mozuela tome, pide; asì pensando Cumplir su voluntad tan deseosa, Su rostro y hermosura exagerando: Y dícele: la tome por esposa, Y mientras, él está aquesto tratando, El Juan Ortiz la moza recibia, Y al indio sin su hijo en paz envia. En este tiempo ¡O cosa lastimera!