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Actualizado: 28 de junio de 2025


Un momento después penetró en la sala, pisando tímidamente, un aldeano de madura edad, con la chaqueta al hombro, barba de quince días, y dando vueltas en las manos á un mugriento sombrero que solamente cesaba de girar cuando el aldeano sacaba una de ellas de la arrugada copa para retirar hacia atrás las ásperas y encanecidas greñas que le caían sobre los ojos. Tengan ustedes buenas tardes.

La noche había cerrado sombría y amenazadora; el cielo estaba cubierto de nubes de color de plomo; el aire, que zumbaba encarcelado en las estrechas y retorcidas calles, agitaba la moribunda luz del farolillo de los retablos, ó hacía girar con un chirrido agudo las veletas de hierro de las torres.

Vea, don Melchor, respete a la gente si quiere que no le falten... ¡Pero qué te has pensado, canalla! dijo Melchor haciendo girar el cinturón como para sacar el revólver.

Girando sobre misma en el espacio de veinticuatro horas, expone sucesivamente las varias partes de su superficie a la acción de la Luna, obligando a las aguas a un constante movimiento. Ahora nos encontramos nosotros bajo la influencia directa de la Luna y aquí se amontonan las aguas; pero, al girar la Tierra, estas aguas se alejan de esa influencia, que pasa a ejercerse sobre otras.

Alma y vientre eran por completo de un Mandarín. Así es que no dije a la generala: «Bon jour, madame», sino que, doblado por la cintura, haciendo girar los puños cerrados sobre la frente, baja, hice gravemente el «chinchín». ¡Está usted adorable, precioso! decía ella con su linda sonrisa, golpeando las manos diminutas y pálidas.

La Corte, desandando la Historia de España hasta llegar á su cuna, y yo, dirigiéndome á Valladolid para luego girar hacia estos montes sin historia conocida, hemos atravesado, pues, el país clásico de los Infanzones de Castilla, la tierra que pisaron los Condes, los Reyes y los Caballeros, el lugar de mil batallas portentosas y de treinta Cortes que hoy son pobres y obscuras villas.

¡Ah!, cosas triviales, sin importancia, amigo. A , cualquier viento me hace girar como a una veleta.... Las velas de «este navío» se hinchan con todas las brisas que pasan. Estaba Fernando tan risueño y gentil como de costumbre, tan dueño de la situación como solía estarlo. Salvador, en cambio, tenía conmovido todo el cuerpo a impulsos de toda el alma.

Al día siguiente vino Petrona a visitarme, y como es tan ingenua y tan pintoresco su lenguaje, exclamó, dándome un abrazo: «¡Ay, Marianela, muchas gracias por haber hecho girar a la Pepa!». Inés se ríe del dicho de Petrona, pero noto que al punto vuelve a quedarse ligeramente triste. Trato de animarla: ¿Y qué tal la conversación de los cipreses? ¿Muy interesante, eh?... Mucho.

Eran las vacaciones, y mi amigo y compañero don Carlos, cerradas ya nuestras tertulias, nos citábamos en tal sitio a cierta hora para ir juntos, y después de girar y vagar otros momentos al rayo de la luna, retirarnos a nuestra posada, a repasar los estudios que tanto nos afanaban y que después tan poco nos valieron.

Inclinando su cabeza blanca hacia un costado y haciendo girar sus pulgares con un aire de satisfacción ligeramente acentuada con una pizca de crítica, sonrió con compasión en respuesta a la interpelación del tabernero y dijo: , ; es cierto, es cierto; pero dejo hablar a los demás. Ahora estoy retirado de los negocios y he cedido el puesto a los jóvenes.

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