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Sabía muy bien que Dawson era un marino sin escrúpulos, del peor tipo que puede haber; por lo tanto, consideró muy prudente, supongo yo, entrar en sociedad con él y que le ayudase a explotar el secreto. Pero el pobre Blair debe haber estado siempre en las manos de Dawson, aun cuando es evidente que sus ganancias fueron enormes.

En cambio, en la tertulia de la noche desatábase a charlar de cosas diversas, ponderaba con inmodestia su amor al trabajo, sus ganancias, y hacía planes de vida regalada y espléndidamente metódica. Además tenía noticias de la muerte de un pariente suyo, muy rico, y esperaba una bonita herencia. Se conceptuaba afortunadísimo, aunque algo le faltaba, , algo le faltaba para ser completamente feliz.

Al menos Obdulia, viviendo entre ataúdes, tiene sobre qué caerse muerta... Pero , ¿de qué vas a vivir? ¿Del dedal y las puntadas de ese prodigio? Verdad que como eres tan trabajador y tan económico, aumentarás las ganancias de ella con tu arreglo. ¡Dios mío, qué maldición ha caído sobre y sobre los míos! Que me muera pronto para no ver los horrores que han de sobrevenir».

En aquel singular regalo a Lucía, gastó Juan sus ganancias de un año. Por los bajos de la pared, y a manera de sillas, había, en trípodes de ébano, pequeños vasos chinos, de colores suaves, con mucho amarillo y escaso rojo. Las paredes, pintadas al óleo, con guirnaldas de flores, eran blancas. Causaba aquella antesala, en cuyo arreglo influyó Juan, una impresión de fe y de luz.

Creyó que lo que ganaba era de él; se imaginó haber descubierto el secreto mencionado por Novoa y que iba á conseguir aquellas fabulosas ganancias calculadas tantas veces cuando escribía docenas y docenas de ceros sobre un papel. ¡Qué noche! ¡Y no estar allí su amigo el sabio, para que presenciase su triunfo!... Lubimoff su retiró de la mesa.

Y aquellos hombres de fe inquebrantable acogían como risueña esperanza las ambiguas palabras del banquero, prestándoles esto cierta energía para sobrellevar el golpe. A todos los admiradores de don Ramón les había alcanzado la derrota; pero quien más sufría era el señor Cuadros, que de un golpe veía desaparecer todas las ganancias de su vida de bolsista.

Cuando llega el día de la representación, cualquiera de ellos daría de buen grado sus ganancias de todo el año, sólo por ser aplaudido cuando desempeña su papel. Cuando se presentan en la escena, ¡qué ansia, qué indecible afán de agradar al público!

Toda la gente de Mare nostrum se mostraba entusiasmada por el nuevo aspecto de los negocios. Los marineros, taciturnos en las navegaciones anteriores, como si presintiesen la ruina ó el cansancio de su capitán, trabajaban ahora alegremente, lo mismo que si fuesen á participar de las ganancias. En el rancho de proa se entregaban muchos de ellos á cálculos comerciales.

Ningún género literario hubo entonces más lucrativo que el dramático; y aunque no fuesen muy considerables las sumas que los directores pagaban por cada una de las comedias, debieron, sin embargo, de proporcionarle importantes ganancias, atendida su increible fecundidad.

En realidad, había visto lo mismo que Atilio: grandes ganancias seguidas de pérdidas mayores; pero experimentaba la necesidad de lo maravilloso, y estaba dispuesto á creerlo todo de antemano. Tenía el alma del fanático, que cuando le cuentan un milagro afirma á los pocos días con sinceridad: «Yo lo vi con mis ojos