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Actualizado: 7 de mayo de 2025
A cuantas usted quiera, señor cura. Pregunto, pues: ¿es sólo el deseo de acrecentar vuestras ganancias, extendiendo el comercio y la parroquia, lo que os mueve a abandonar este pacífico rincón, o hay en vosotros alguna otra ambición de distinto género?
Como buen español, quiero ayudar al gobierno con mi dinero, tanto más cuanto que ésto produce ganancias. No sé ciertamente lo que poseo: serán veinte millones de reales: tal vez más. Todo ahorrado por mí, aumentado con buenos negocios. No puedo quejarme de la suerte; el Señor me ha ayudado. ¡Y todo para mi pobre Visitación!
Y como la suerte viene por rachas, no sólo en el juego fui feliz, sino también en los negocios y el amor. Los toros y ovejas de la «cabaña» se vendieron a excelentes precios, y mis tíos, los dueños del establecimiento, aumentaron en premio el tanto por ciento de mis ganancias. Y si me fue bien con mis toros, mis ovejas y mis tíos, mejor me fue con mi novia.
En cuanto acabara ese estudio que le robaba hasta el sueño, se volvería a Madrid para dar cuenta de todo a los capitalistas que habían de emprender las labores bajo su dirección, asignándosele a él, para remunerar su trabajo, la mitad de las ganancias.
Y los tres prorrumpieron en exclamaciones, elevando las miradas al techo para expresar los riesgos y aventuras del comercio en América, únicamente compensados por las enormes ganancias, muy superiores a las del viejo mundo. Sintióse humillado Maltrana por el aislamiento en que le dejaban aquellos señores. Acalorados por la comunidad de sus intereses, no le veían, se habían olvidado de él.
Trabajaba entonces «como un lobo» así lo decía él para que en su vivienda no faltase nada; y Dios premió su laboriosidad enviándole cada año un hijo, hermosas criaturas que parecían nacer con dientes, según la prisa que se daban en abandonar el pecho maternal para pedir pan á todas horas. Resultado: que hubo de abandonar el molino y dedicarse á carretero, en busca de mayores ganancias.
Y ahí vimos a ese arrogante don Carlos, con sus terribles batallones, echando granadas y granadas, para tener luego que escaparse corriendo hacia Vera. Si la guerra se pierde, nos arruinamos murmuró Ospitalech. Capistun estaba tranquilo, pensaba retirarse a vivir a su país; Bautista, con las ganancias del contrabando, había extendido sus tierras. De los tres, Zalacaín no estaba contento.
Hay un hombre, una familia, que hereda un gran tesoro, que sabe ponerlo á buenas ganancias, que sabe acrecentarlo, hasta reunir la suma fabulosa de miles de millones de reales, asombrando al mundo con un prodigio de que no hay ejemplo en la historia de la humanidad: ese es el judío Rothschild. Salamanca hizo con su fortuna lo que Dios con el universo: la sacó de la nada.
Su madre le quería más desde que le veía entregado a los negocios. Su hijo ya no era un dependiente de comercio; era un bolsista, y esto siempre proporciona mayor consideración social. Además, sus ganancias eran un motivo de esperanza para la viuda, que aunque veía satisfechas todas sus necesidades en el presente, no dejaba de sentirse preocupada por el porvenir.
El afortunado palurdo enviaba cualquier cosa, lo que le convenía por su baratura, y siempre se arreglaban las circunstancias de modo que encontraba el mercado vacío, los precios por las nubes, sin reparar en la calidad del género, y realizaba fabulosas ganancias.
Palabra del Dia
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