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En las ganancias del juego, ha dicho uno, hay siempre algo parecido al robo, porque con razón puede decirse que se toma lo ajeno contra la voluntad de su dueño; y si bien es cierto que se gana este dinero ajeno exponiendo el propio, también lo es que los ladrones en cuadrilla exponen sus vidas en las encrucijadas de los caminos, y la vida, aunque sea de un facineroso, vale más que el dinero.

Los celestiales protectores eran los que le habían sugerido la idea de establecer la destilería del cognac, dando nuevos alientos a la casa; ellos también los que hacían que la marca Dupont, con la ayuda de los anuncios, se esparciese por toda España sin miedo a rivalidades, favor inmenso que todos los años agradecía dedicando una parte de las ganancias al auxilio de las nuevas órdenes religiosas establecidas en Jerez o ayudando a su madre, la noble doña Elvira, que siempre tenía capillas por restaurar o un manto costoso en confección para alguna Virgen.

Por limitadas que sean las ventas en la pulpería de los efectos de consumo diario, habiendo de proveerse de allí todos los del pueblo, y no siendo dable que teniendo dinero de los jornales dejen de comprar lo que apetezcan, pueden computarse las ganancias de este ramo, cuando menos, en 1.000 pesos al año.

Lamentose la tullida, recordó que el jornal de Chinto las ayudaba a vivir; todo se estrelló contra la firmeza de la Tribuna. Y cuando volvió de fuera Chinto a soltar el tubo vacío y a entregar, cabizbajo y humilde como un borrego, sus ganancias del día, Amparo le intimó la orden de no dormir ya aquella noche en casa.

Los que más lo respetaban, por bravo, por justo, por astuto, por elocuente, no lo querían decir, o lo decían donde no los oyeran: porque los hombres suelen admirar al virtuoso mientras no los avergüenza con su virtud o les estorba las ganancias; pero en cuanto se les pone en su camino, bajan los ojos al verlo pasar, o dicen maldades de él, o dejan que otros las digan, o lo saludan a medio sombrero, y le van clavando la puñalada en la sombra.

El pianista escuchaba con ojos de asombro y de codicia los relatos del «Decano». Castro se mostraba más escéptico. Había oído contar estas ganancias inauditas y otras muchas, pero sin presenciar una sola de ellas, y eso que llevaba también bastantes años viniendo á Monte-Carlo.

Veo, Ricardo, por lo que me cuenta, que Robledo lo dirige todo y usted es á modo de un empleado suyo... No debía mezclarme en sus asuntos, pero todo lo que se refiere á usted ¡me inspira tanto interés!... Yo no digo que el español cometa indelicadezas al repartir las ganancias del negocio; eso no. Robledo es hombre correcto, pero abusa un poco de la condición de tener más años.

» Simón continuó diciendo , no si es todo lo leal y sencillo que parece, o si de nuestro río revuelto ha logrado sacar las buenas ganancias que se le ven, y otras mayores que, según dicen, están ocultas; por de pronto, me consta que a tu padre le daba buenos consejos, y que él no quería tomarlos en consideración: tenía el pobre bastante bambolla, y esto le perdía.

Eran hombres ocupados que tenían que madrugar. Tal médico se recogía a las diez después de perder las ganancias del día: se levantaba a las seis de la mañana, recorría todo el pueblo entre charcos y entre lodo, desafiaba la nieve, el granizo, el frío, el viento; y después de ímprobo trabajo, volvía, como con una ofrenda ante el altar, a depositar sobre el tapete verde las pesetas ganadas.

Y es seguro que si estas mezclas de gentes, distintas y hasta contrarias, no hubieran llegado nunca á amalgamarse, adoptando las mismas leyes, sometiéndose al mismo gobierno, haciéndose solidarias de los triunfos y de los reveses, de las pérdidas y de las ganancias, y de las glorias y de las vergüenzas comunes, jamás hubiera llegado á haber lo que se llama una nación.