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Actualizado: 16 de mayo de 2025
No te lamentes de no ser un Sócrates ni ella un ángel. Acuérdate de que eres hombre y trátala como a una mujer. No seas torpe. Abur. Desprendiose de los brazos de Moreno y saltó por las escaleras abajo como un gamo. Una vez en la cuadra tomó por el cuello al medio dormido mozo y le empujó contra el muro. Pon la silla al instante a mi caballo, o te...
¡Yo seré quien te alumbraré con un blandón del infierno gritó con agria y colérica voz Rosa Mística : libertino, profanador, cantor sempiterno e insufrible! Ramón Pérez, vuelto en sí de la primera sorpresa, echó a correr más ligero que un gamo, sin volver la cara atrás. Este fue el golpe decisivo. Marisalada fue despedida de una vez, a pesar del empeño que hizo tímidamente don Modesto en su favor.
Cuando andaba tenía un aire marcial, al par que gracioso; corría como un gamo; tiraba pedradas con tanto tino que mataba los gorriones, y de un brinco se plantaba sobre el lomo del mulo más resabiado o del potro más cerril.
Ninguno con más primor ejecutaba las mudanzas y saltaba delante de su pareja: en esta ocasión no le valieron sus ágiles piernas: aunque corría como un gamo por el monte abajo, Ramiro le alcanzó repetidas veces con su palo.
Maltrana, impulsado por el remordimiento, tuvo un arranque de audacia, y habló de ir con el capataz en busca del Mosco para pedirle perdón. No: es demasiado pronto dijo el señor Manolo . No vayas; si te presentases así, de sopetón, sería capaz de tratarte lo mismo que a un gamo. Tiene unas ganas locas de matar a alguien.
Si diese el hombre toda la hacienda de su casa por este amor, de cierto lo menospreciarán. 14 Corre, amado mío; y sé semejante al gamo, o al cervatillo, sobre las montañas de las especias. 1 Visión de Isaías hijo de Amoz, la cual vio sobre Judá y Jerusalén, en días de Uzías, Jotam, Acaz y Ezequías, reyes de Judá.
Ya abandona su guarida y corre como un gamo. ¡Tirad! Así era en efecto, porque al oir el negro las voces del corregidor y verse descubierto, emprendió la fuga á todo correr. Apunta dos varas á la derecha, muchacho, dijo un ballestero veterano, inmediato á Roger. No, apenas hay viento; con vara y media basta, contestó su compañero, soltando la cuerda de su ballesta.
Vaya, Caparrosa agregó dirigiéndose al muchacho cadete de la tienda, vaya y compre el boletín de un salto, y véngase volando. El cadete, que estaba detrás del mostrador, dio un brinco como un gamo, salvó la valla y tomó la calle por suya en dirección a la imprenta en donde reventaban los cohetes sin cesar.
Mucho, rubita, mucho respondía el Magistral, desabrochándose el maldito balandrán y soplando con fuerza. Y eso que a usted la fatiga no debe rendirle, que allá en Matalerejo tengo entendido que corre como un gamo por los vericuetos.... ¿Quién te lo ha dicho a ti? ¡Bah! Teresina... ¿Sois amigas, eh? Mucho. Silencio. Los dos meditan. El canónigo reanuda el diálogo.
Fue creciendo la edad, y acordó el padre de Quiteria de estorbar a Basilio la ordinaria entrada que en su casa tenía; y, por quitarse de andar receloso y lleno de sospechas, ordenó de casar a su hija con el rico Camacho, no pareciéndole ser bien casarla con Basilio, que no tenía tantos bienes de fortuna como de naturaleza; pues si va a decir las verdades sin invidia, él es el más ágil mancebo que conocemos: gran tirador de barra, luchador estremado y gran jugador de pelota; corre como un gamo, salta más que una cabra y birla a los bolos como por encantamento; canta como una calandria, y toca una guitarra, que la hace hablar, y, sobre todo, juega una espada como el más pintado.
Palabra del Dia
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