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Actualizado: 6 de junio de 2025


Sin embargo, podemos dejarlo para otro día... Yo quisiera que nuestra conversación fuese sin testigos. ¡Si el padre Laguardia es mi director espiritual! exclamó el piadoso joven volviendo hacia éste su rostro iluminado por una sonrisa de afección filial y sumisión. Cuanto puedas decirme no importa que sea escuchado por él. Si no tiene importancia, porque es indiferente que lo sepa.

Y yo, cristiano, aislado en un templo católico, teniendo a la cabecera de mi cama el Evangelio, cercado de existencias que eran encarnaciones de la Caridad, no podía partir del Imperio sin restituir a aquellos a quienes despojara, la abundancia y las comodidades honestas que recomendaba el clásico de la Piedad Filial. Entonces escribí a Camilloff.

Alejandro, su hijo, es un ser perverso, más ignorante y no menos presumido que su padre, de quien sin embargo se burla sin asomos de respeto filial. Las burlas llegan a tal extremo, que el padre y el hijo se insultan y riñen.

Durante un momento permaneció indeciso en la puerta, buscando con la vista á María, y no vió más que á la señora de Freneuse enlutada y con el cabello blanco. Sus labios se conmovieron, sus ojos se pusieron húmedos y sin poder articular palabra, Cristián fué á arrodillarse con respeto filial ante aquella mártir. La anciana abrió los brazos y ambos confundieron por un instante sus lágrimas.

Resulta pues que la falta del cumplimiento de los deberes en los hijos, no procede precisamente de que estos sean peores, pues ellos si llegan á ser padres, se portan como lo hicieron los suyos; sino de que el amor filial es de suyo ménos intenso que el paternal, ejerce mucho ménos ascendiente y predominio sobre el corazon, y por lo mismo se amortigua con mas facilidad; es ménos fuerte para superar obstáculos, y ejerce menor influencia sobre la totalidad de nuestras acciones.

El hijo del historiador, más aficionado á los deportes que á la literatura, consideró como un homenaje filial la reconstrucción á la vista del Mediterráneo de un castillo como los que su padre había descrito al relatar las leyendas de su país.

La madre adoptiva alimentaba ella misma ese culto filial. ¿Cómo podía estar celosa? ¿Podía envidiar, teniendo ella la mejor parte, los pensamientos que se deslizaban de su altar florido hasta la tumba solitaria, pobre contribución de un alma en la que ella reinaba sin rival? ¡La tía Liette! Esto lo decía y lo contenía todo, abnegación infinita de un lado, agradecimiento infinito del otro.

Durante la ausencia de Marcilla no se descuidó el Padre de Isabel en procurar a su hija el desvanecimiento de su arraigada pasión, al efecto, evitó que esta adquiriera noticia alguna de su amante; trató de halagarla con las ventajas de otro casamiento y aun la hostigó para que tomase marido; pero Isabel, con filial y respetuosa modestia, diole por respuesta que las mugeres no se deben casar, sin que primero sepan y puedan gobernar la casa, y además tenía hecho voto de virginidad hasta los veinte años.

Estaba yo apenado y triste. No me creía yo extraño en aquella casa, ni me sentía degradado al recibir de las pobres ancianas cuanto me era necesario; no; porque el afecto filial con que las veía, y el cariño maternal con que siempre me trataron, alejaban de mi ánimo toda idea mezquina y todo pensamiento humillante. Durante varios días estuve abatido.

El respeto filial es un deber... Pero hay también otros... ¿Más sagrados? Quizá... Cuando una joven honrada y crédula ha puesto toda su confianza en la palabra leal de un hombre, es mi parecer que no puede faltar a ella sin cometer una mala acción... El flemático notario se había animado y hablaba con un calor que rayaba en indignación.

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