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Actualizado: 6 de julio de 2025
Alzarlo en coro vosotros primogénitos benditos de la progénie patria, ilustres sabios, honor y prez del nacional decoro, que recibísteis con los mismos ritos la sal de la sapiencia en vuestros labios, y en comunión los unos con los otros brote del seno del filial linaje el cántico, que en labios de vosotros sea como un legítimo homenaje a la madre común.
Imaginé que con su mano espectral, la majestuosa figura del Inspector Pue me había dado el símbolo escarlata y el pequeño manuscrito que lo explicaba; y que también con su voz espectral me había exhortado á que, como una prueba de deber filial y de respeto hacia él, que podía considerarse oficialmente mi antepasado, diese al público sus lucubraciones ya mohosas y roídas por la polilla.
Durante unos días, su mente, absorta por entero por aquel duelo cruel, aunque previsto, no estuvo dominada más que por el recuerdo de la anciana infantil a la que dedicaba una ternura filial y maternal al mismo tiempo.
Concedía a la duquesa tanta libertad para lo pequeño como se reservaba él para lo grande. Continuaba siendo aquel hombre cortés, solícito y tierno que su pobre mujer adoraba hasta en sus faltas. El se informaba de su salud con una atención casi filial.
Para defenderla a ella, para seguir a su lado, tendría que luchar con su madre, que era el más encarnizado enemigo, perder su cariño, atropellarla tal vez. ¡Oh, no! ¡qué horror! Ya había bastante con aquella crueldad filial que entenebrecía su pasado. ¿Era acaso un ser funesto, nacido para corromper con su nombre lo más santo, lo más puro? No, resígnate, corazón mío.
Imposible parece que quien tiene manos como Pepita tenga pensamiento impuro, ni idea grosera, ni proyecto ruin que esté en discordancia con las limpias manos que deben ejecutarle. No hay que decir que mi padre se mostró tan embelesado como siempre de Pepita, y ella tan fina y cariñosa con él, si bien con un cariño más filial de lo que mi padre quisiera.
«¡Sí, era un ingrato! ¡un ingrato!» y el amor filial le arrancaba dos lágrimas de fuego que enjugaba, sorprendido de sentir humedad en aquellas fuentes secas por tantos años. «¿Cómo lloraba él? ¡Cosa más rara! ¿Sería el alcohol la causa de aquel llanto? Acaso. ¿Sería... lo que había sucedido aquel día? Tal vez todo mezclado.
Y qué te equivocabas, ¿por qué?... ¿pretendes imponerme, también, tus ideas o fórmulas de amor filial?... ¿me consideras capaz de la villanía de proclamar mi amor a mi madre como el más grande de los que mi corazón puede y debe sentir? ¡Melchor!... ¡Pero qué estás diciendo, por Dios!... ¿Tú, el hijo amantísimo, hace dos meses, vas a declarar ahora que no quieres a tu santa madre?
Está inquieta dijo Huberto; se explica; adora a su padre. Sí, pero esta es una exageración de amor filial, y casi un atentado a su amor conyugal. En fin, esperaré a que el señor de Chanzelles se restablezca, entonces recuperaré mis derechos de novio. Es de desearse dijo la señora Gardanne.
Por primera vez oía nombrarle con aquel título filial, o darle otro fuera del de «viejo Smith» o bien de «el Viejo». Por primera vez, tres meses, hablaba de él, y al maestro le constaba que le había evitado resueltamente desde el cambio experimentado en la escuela.
Palabra del Dia
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