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Actualizado: 29 de junio de 2025


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Entonces la mujer, inclinándose fuera, llamó: ¡Cecco!... ¡Cecco! Y entró un mocetón muy fornido, verdadero tipo de cazador en vedado o de bandito, con su gorro de lana parda y su gabán de pelo de cabra. Al desembarcar ya me había fijado en él, al verle sentado a la puerta, con su pipa roja entre los dientes y un fusil entre las piernas, pero, ignoro por qué, había huido al aproximarnos.

Cuando tenga el gusto de ser presentado á las señoras, les daré las señas de mis proveedores... Yo uso en mi casa esencias de Turquía: tengo muchos amigos allá... Al terminar la guerra haré un envío á la familia. Sus ojos se habían fijado en algunos retratos colocados sobre una mesa. El conde adivinó á Madama Desnoyers viendo la fotografía de doña Luisa. Luego sonrió ante el retrato de Chichí.

Varias veces se llevó la diestra á la parte trasera de su pantalón, tocando un bulto prolongado y metálico. Esperaba el anochecer para realizar cierta idea que se le había fijado entre las dos cejas como un clavo doloroso. Mientras no la realizase no estaría tranquilo. La voz de los buenos consejos protestó: «No hagas locuras, Ferragut; no busques al enemigo, no lo provoques. Defiéndete nada más

Para colmo de aburrimiento, reparó Baltasar que, al paso que él aspiraba a ocultar diestramente su aventura, Amparo, que ya tenía puesta toda su esperanza en las falaces palabras y en el compromiso creado por el mancebo, se desvivía porque los viesen juntos, porque la publicidad remachase el clavo con que imaginaba haberle fijado para siempre.

Ellos pretenden que no hará nada y que sólo se propone asustarle, pero yo la conozco mejor que nadie y que se matará. ¿Y por qué no ha de matarse? ¡Ya ves, a que te estoy hablando, me ha matado! ¿Te has fijado en aquel puñal que tenía sobre su chimenea en París? Pues bien, un día, no me acuerdo cuándo, me lo hundió en el corazón.

Las nuevas generaciones desconocían a los viejos, se negaban a recibir de sus brazos, fatigados y débiles, el fardo de odios y esperanzas. Salvatierra miraba con tristeza al grupo de los trabajadores. No le conocían o fingían no conocerle. Ni una sola mirada se había fijado en él.

Doctor, si yo fuera vos, iría a suministrar los socorros del arte a mi tía Cabeza de Vaca en el estado crítico en que la ha puesto la trompa del mayor. Capítulo XX Completamente restablecido ya el niño de la condesa, había llegado la noche que esta señora había fijado para recibir a María. Algunos tertulianos estaban ya reunidos, cuando Rafael Arias entró precipitadamente.

JUANA. ¡Jesús! el renegado no ha querido un fraile y se hace acompañar por un sacerdote. ¡Qué corrupción! UNA VOZ. ¿Se han fijado, señores, cómo va vestido? JUANA. Todo de negro... ¡Jesús y qué desvergonzado! En lugar de pensar en la eternidad va oliendo una ramita de jazmín... UN HOMBRE. El infame no parpadea siquiera. ¡Muera! ¡muera!

Palabra del Dia

rigoleto

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