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Actualizado: 17 de mayo de 2025
Sólo espero que tú, ya que eres el dios tutelar de nuestra casa, me apruebes y bendigas. Pareciole entonces ver al joven duque que su abuelo don Fernando, soltando la preciosa empuñadura de su espada, le tendía, en la tela del Tiziano, ambas manos, como para bendecirle y protegerle... Esto es ilusión de mis ojos se dijo.
Para esto debia obrar de acuerdo con el gobernador de Maracaibo, Don Fernando Miyares, á quien el mismo Cortabarria llevaba el nombramiento de capitan general de Venezuela.
Fernando suplicó como un niño atemorizado. ¡Valor! Debía sobreponerse a sus emociones. Teri era valiente cuando quería. Te vas gimió ella, sin escucharle . Ahora me convenzo. Hasta este instante no había visto claro. Es cierto que te vas. ¡Y no hay remedio!... ¡Qué cosa tan horrible!
El último en aproximarse fue Ojeda, cuando ya se habían disuelto los grupos de admiradores. A la mirada interrogante de Fernando, que parecía asombrado, contestó con un guiño malicioso y un leve encogimiento de hombros. No había de qué asustarse. Todo mentira murmuró con voz tenue ; «pura parada», como dicen los criollos. Pero deje usted que se hinche el entusiasmo.
Lo tengo bastante bueno, del que olvidara en la bodega mi tío, que en paz descanse. Esto os reconfortará y servirá de distracción. Pues debéis sentiros un tanto aburridos de estaros quietos tantos años y hasta siglos colgados de las paredes... Aceptamos repuso en seguida don Fernando. Todo sea a la mayor gloria de Dios dijo fray Anselmo, el dominico.
El señor Fermín se alegraba de esta solución. ¡Que le tuviesen entretenido mucho tiempo! ¡Que no volviese en un año! Conocía a Salvatierra, y estaba seguro de que, permaneciendo en Jerez, no tardaría mucho en estallar la insurrección de los hambrientos, seguida de una represión cruel y del presidio para don Fernando, tal vez por toda su vida.
Le habían criado para bestia; a los siete años era ya zagal en los cortijos o pastor en la sierra; hambre, golpes y fatiga. Y yo quiero saber, don Fernando; quiero ser hombre y no afrentarme viendo trotar las yeguas en la era y pensando que somos tan irracionales como ellas. Todo lo que nos pasa a los pobres es porque no sabemos.
Ese es el mayor enemigo de este país: mata las energías, crea engañosas esperanzas, acabo con la vida prematuramente: todo lo destruye; hasta el amor. Fermín sonreía escuchando a su maestro. ¡No tanto, don Fernando!... Reconozco, sin embargo, que es uno de nuestros males. Puede decirse que llevamos la afición en la sangre.
En las Córtes que se celebraron en Valladolid por enero de 1518, se decretó que si en algun tiempo la reina Doña Juana se hallaba en disposicion de mandar los vastos dominios de España, cesase de su gobernacion el Católico rey D. Fernando; y que Doña Juana fuese la soberana absoluta. De las disensiones que habia en España, y muerte de Doña Juana.
Y miró a Fernando con ojos interrogantes, cual si le ofreciese esta dicha perpetua esperando ver en su rostro una sonrisa de agradecimiento. Nélida, a espaldas de ella, continuaba su mímica.
Palabra del Dia
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