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Actualizado: 16 de mayo de 2025
He encontrado en su beso toda el alma de una madre, y este descubrimiento me hubiera causado alegría, si yo aun hubiese sido capaz de sentirla. ¿Por qué Adela nos ha abandonado cuando íbamos a ser tan felices? Yo sé, Eduardo, por qué nos ha abandonado. Porque no era a mí a quien amaba. 11 de junio.
Al hablar de Moreto trataremos de otros casos iguales. En la Nueva idea de la tragedia, de González de Salas, impresa en 1633, se encuentra el notable pasaje siguiente: «Alto es su spíritu, i atrebido á la maior empresa; felices son también en las invenciones, floridos en el Stilo, i que naturalmente acometen siempre á enriquecerle i dilatarle.
Al darle un cariñoso abrazo, el anciano pareció volver en sí, recobrando su acuerdo, y se le refrescó la memoria. «Chulita, no te vayas le dijo, dándole un palmetazo en el muslo . ¡Ah... qué tiempos aquellos! ¿Te acuerdas? ¡Qué días tan felices! Lástima que yo no hubiera tenido veinte años menos. Entonces sí que habríamos sido dichosos». Ella decía que sí con la cabeza.
Pero Flora todavía tenía otra cosa que pedir. ¿Cuándo cerraría el pico aquella vivaracha niña? Quería á todo trance que la boda de Demetria se celebrase cuando la suya, en los primeros días de Agosto. Así se convino. Comenzaron los días felices.
Pero aquellos que hace cinco lustros eran jóvenes, esos dirán que los mozos de entonces eran más felices que los de ahora; que aquella juventud aparentemente melancólica, plañidera y sentimental, valía más por la pureza del sentimiento y la hidalguía del corazón, que ésta de los actuales tiempos, tan alegre al parecer, y en realidad tan triste y desconsoladora, precozmente envejecida y prematuramente codiciosa.
Y en todas, el ideal consciente o subsconsciente fue la permanencia o el acercamiento al estado o condición en que el hombre estuvo en contacto con la sabiduría máxima de su respectivo Confucio o Salomón, o en comunicación con la divinidad misma por los respectivos profetas o apóstoles; todos vivían con el pensamiento en el pasado y confiando en el auxilio póstumo de los antepasados; todos entendían que los tiempos felices, los tiempos heroicos, los tiempos santos estaban detrás y no delante de la humanidad presente.
Y además de estos arriesgados viajeros, felices en sus aventuras, figuraban los mártires, los que habían perecido bajo las flechas de los tártaros ó los sables de los japoneses. El Asia, con sus enormes imperios catalépticos é insensibles, había tentado á aquellos propagandistas de la autoridad y de la vida automática y sumisa.
Ni la verán ciñendo su alba frente de sampagas, al brillo refulgente de sus ojos obscuros y sombríos. Bella mujer, que en los felices días, como la flor que aroma los vergeles, endulzaras la vida con las mieles de tus eternas y mansas alegrías; Dieron solaz las dulces melodías de tu garganta a los proscriptos fieles, y gozó la fragancia de claveles que de tu dulce cuerpo despedías.
Ni el social, ni el político, ni el filosófico, ni el científico, ni el religioso, ni el artístico, ni el literario, ni el industrial, ni el comercial, ninguno, ninguno verdaderamente formulado, ninguno en la alta escala de la ciencia, del derecho y de la moral. Encantarnos, entusiasmarnos, aturdimos, sí. Hacernos buenos y felices, no.
Lo que queremos es que los niños sean felices, como los hermanitos de nuestro grabado; y que si alguna vez nos encuentra un niño de América por el mundo nos apriete mucho la mano, como a un amigo viejo, y diga donde todo el mundo lo oiga: «¡Este hombre de La Edad de Oro fue mi amigo!» Tres héroes
Palabra del Dia
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