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Actualizado: 16 de mayo de 2025


Su corazón estaba herido por el desengaño triste que le había dado la violenta resolución de su hija, y por el no más alegre que le costaba la mitad de su fortuna. Doña Juana estaba hecha una simple, y tan pronto reía como lloraba. Arturo y Julieta eran, en cambio, completamente felices en aquellos momentos. Pero ¿qué novios no lo fueron el día de la boda y aun algunos después?

¿Quiere llamarlo, para que Yolanda se despida de él? Vuelvo a la sala del juego. Oye, suegro. Doce... diez y seis... veintisiete... treinta y uno... Suegro... ¡Treinta y tres!... ¿Qué quieres? Queríamos despedirnos... Buen viaje. Que sean felices. ¡Treinta y seis! ¿No quieres que Yolanda?...

Fuimos más felices que nuestros precursores y llegamos con felicidad a bordo del vapor en que debíamos continuar la peregrinación a los lejanos pueblos cuyas costas baña el mar Caribe.

Los jóvenes ya los veía allí: creyéndose felices con una copa y sin más pensamiento que hacer suyas a las compañeras de trabajo. No había más que fijarse en la frialdad con que habían presenciado la llegada de Salvatierra.

La criatura que consigue, con cuatro palabras, alarmar á una ciudad como Paris, menos que criatura es un personaje en pequeño. ¡Dios le tanta suerte, y tantas expresiones felices, como es admirable, sabia y poética su definicion de la gratitud! Otra curiosidad. Hemos visitado una calle célebre, muy célebre, en la historia oculta de esta ciudad: la calle de Chantres.

Ponga usted todo en paz, usted que puede hacerlo, ¡seremos tan plenamente felices! ¡Y será tan grande nuestro agradecimiento!...

Todos los habitantes del buque sentían después del almuerzo una tendencia al sueño, abrumados por el caliginoso ambiente entorpecidos por una elaboración pesada, anonadados y felices al mismo tiempo por las voluptuosas contracciones del tubo digestivo en plena tarea asimilatoria. Era el momento según Maltrana de la gran pureza.

Por influencia del contraste, es natural pensar en otras comarcas menos felices, en las que la atmósfera no produce lluvia, y el suelo, demasiado árido, da vida raquítica á una insignificante vegetación. En esas regiones es donde las gentes saben apreciar el agua en su justo valor.

Se lo había dicho al oído cuando menos lo esperaba, despidiéndole en seguida roja de vergüenza. Á esta confesión hubieron de seguir, como es lógico, horas muy felices, horas de juventud, de amor y de ventura, como las llama el poeta.

Es más: yo creo que si no fuera al Jockey, no le querrías tanto. Un marido un poquitín calavera un poquito nada más ¿eh? es más seductor, tiene más sal. La absoluta santidad masculina no suele hacernos absolutamente felices a las mujeres. Los santos suponiendo que los haya no están bien más que en el cielo. Aquí, en la tierra, los calaveras claro, con medida son más amados que los ángeles.

Palabra del Dia

bagani

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