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Actualizado: 22 de mayo de 2025
Pero ¿qué es esto? Estáis como si nada os hubiese acaecido. ¿Es cierto lo que se dice de un maravilloso médico alemán, salido de entre las ruinas de un fuerte y las de un convento, como una de esas creaciones fantásticas? Contadnos, duque, todas esas cosas extraordinarias.
Yo no conté en el convento mis aventuras fantásticas; dije que era un «tourista» curioso que recorría, tomando apuntes, el mundo entero. Y esperando que mi oreja cicatrizase me abandonaba en una dulce laxitud de alma, a aquella paz del monasterio. Mas estaba decidido a dejar bien pronto la China; ese Imperio bárbaro que ahora odiaba terriblemente.
Las plantas, los animales marinos, están revestidos de esa substancia, cuya mucosidad, consolidada á su alrededor, produce el efecto de gelatina, unas veces inmóvil y otras temblorosa. Plantas y animales aparecen á través como bajo una capa diáfana, y nada contribuye tanto á las ilusiones fantásticas que nos produce el mundo de los mares.
Así, para la credulidad fundamental del niño, del salvaje y del ignorante, las explicaciones son tanto más creíbles cuanto son más disparatadas, más extraordinarias, más fantásticas, que es decir, más atrayentes, más impresionantes sobre la imaginación predominante en ellos.
Era el marqués del Valle de Oaxaca, don Hernán Cortés, que había conquistado Méjico y venía en la expedición ansioso de medirse con los antiguos nobles de la Reconquista, ahora sus iguales, en una galera equipada a su costa, acompañado de sus hijos don Martín y don Luis. Una magnificencia real envolvía al lejano conquistador, dueño de fantásticas riquezas.
El recuerdo del país natal le infundió un candoroso entusiasmo, y allí fue el pintarlo y describirlo con hipérboles graciosas, y un colorido poético que con gran entretenimiento y gozo saborearon las tres mujeres. Incitado por ellas, contó algunos pasajes de su vida, toda llena de estupendos casos, peligrosas empresas y fantásticas aventuras.
De manos de mi tía, hábiles por extremo, salían todos los ramilletes que adornaban las iglesias de Villaverde. Flores de mil clases y colores. Unas, fantásticas, de papel dorado y plateado; otras, las más bellas, tan propias y bien dispuestas, que, a cierta distancia, nadie las distinguiría de las naturales.
Pues este rico y exuberante estilo, que cubrió de frondas de piedra los botareles y pináculos de nuestras antiguas ciudades, é hizo que, trasformadas las puertas y ventanas y cornisas y postes de los edificios en glorietas de florecidas enramadas, acudieran á alojarse en ellas ángeles y pájaros, y jimios, y animalillos de fantásticas formas; este estilo, repetimos, no visitó con su magnífica si bien decadente pompa el interior del gran templo cordobés; solo en su átrio dejó una ligera huella.
Sin embargo, Ester no confiaba mucho en aquel exceso de ternura, que pasaba con tanta rapidez como se había presentado. Pensando en todas estas cosas, la madre se encontraba en la posición de una persona que ha evocado un espíritu, como se lee en las historias fantásticas, pero que ignora la palabra mágica con que debe mantener bajo sus órdenes y dominar aquel poder misterioso.
Angelina armaba un ramillete de fantásticas flores de papel de plata, de esas que presentan tan buen aspecto en los altares, y que son, desde hace algunos años, indispensables en toda fiesta religiosa, en toda función clásica.
Palabra del Dia
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