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Actualizado: 11 de mayo de 2025


Algunas veces le entraba en brazos en el departamento de los gigantones, una vasta sala entre los contrafuertes y los botareles de las naves, atravesada por arbotantes de piedra.

La catedral destacaba sobre el azul del cielo sus botareles y arcadas, como un navío de piedra con la arboladura desmochada que hubiesen arrojado las olas entre la ciudad y la costa. Más allá del templo, el antiguo alcázar de la Almudaina mostraba sus rojas torres morunas.

Las pinas de los botareles parecían avergonzadas asomando sobre la cubierta vulgar; los arbotantes se hundían y desaparecían entre las áridas construcciones de las dependencias adosadas a la catedral; las torrecillas de las escaleras se ocultaban tras aquel lomo de tejas groseras. Los dos muchachos, resbalando en las cornisas verdosas por las lluvias, seguían los bordes superiores del edificio.

La tan decantada arquitectura de la Edad Media no se aventuraba á edificar tan alto si no daba al edificio apoyos exteriores, contrafuertes, botareles, y hacia la cima de las torres ya no se fiaba de la piedra, sino que recurría al auxilio no muy artístico de los grapones de hierro que enlazaban entre las piedras, como puede verse todavía en la aguja de la catedral de Strasburgo.

Para dar mas asiento y aplomo á estos pilares esteriores, propiamente hablando botareles, se les agregó un suplemento de peso que se convirtió en breve en motivo de elegante y rica decoracion.

Pues este rico y exuberante estilo, que cubrió de frondas de piedra los botareles y pináculos de nuestras antiguas ciudades, é hizo que, trasformadas las puertas y ventanas y cornisas y postes de los edificios en glorietas de florecidas enramadas, acudieran á alojarse en ellas ángeles y pájaros, y jimios, y animalillos de fantásticas formas; este estilo, repetimos, no visitó con su magnífica si bien decadente pompa el interior del gran templo cordobés; solo en su átrio dejó una ligera huella.

Nada hay falso sin embargo en semejante sistema de construccion, porque el edificio manifiesta desde luego en su aspecto esterior toda su osificacion interna: el templo gótico es la basílica latina engrandecida, embovedada, y fortalecida con botareles y arbotantes.

En el exterior, los contrafuertes y botareles, así como los arbotantes que como puentes se extienden entre ellos, son de piedra berroqueña durísima, formando un caparazón dorado, obscurecido por los siglos, que protege y sustenta las aéreas delicadezas del interior. Las dos clases de piedra marcan el aspecto de la catedral: obscura y rojiza por fuera, blanca y lechosa por dentro.

Palabra del Dia

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