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Actualizado: 7 de mayo de 2025
Sí; pero sucede que esta noche, cuando me desperté al oír el ruido de la lluvia, me dije con inquietud que las esclusas no estaban levantadas... que eso acabaría por retener las aguas y que mañana no podríamos moler... ¿No te he dicho quinientas veces, animal exclama Martín, que no hay que levantar las esclusas más que en caso de extrema necesidad? No las he levantado responde David.
Un desasosiego punzante le empujaba a moverse y a levantar sus ojos en callada consulta hacia el cielo. Estaba toda la luz estelar presa en la extrema cerrazón de la noche, y en vano Salvador trataba de avizorar, con atónita mirada, el secreto sagrado de la altura. Su alma, serena y apacible en las corrientes diarias de la vida, se sentía en aquella hora atribulada con honda ansiedad.
Todas las tardes, invariablemente, llegaba a las antesalas un hombre al parecer convaleciente de larga enfermedad, tal era su extrema palidez y la debilidad de toda su persona, que era desaliñada en grado superlativo.
Viniendo al café aquella noche había tropezado en la calle con un hombre tendido sobre la acera. Quiso levantarle. El hombre no podía tenerse en pie a causa de su extrema debilidad: según dijo no había tomado alimento en treinta y seis horas. Lleno de compasión le arrastró como pudo hasta un restaurant próximo; hizo que le sirviesen caldo y le pagó una buena comida.
En su primera mocedad Goethe empieza a escribir el FAUSTO; en su extrema vejez, ya de ochenta años, es cuando le termina, o mejor dicho, no le termina: aun después de su muerte deja pedazos, paralipomenos, que al FAUSTO pertenecen, que son la parte póstuma del gran poema.
Esta habilidad dramática, que se revela en la disposición de sus planes, no sólo comprende á todos los accesorios de la fábula, sino que se extiende también, con su natural superioridad, á su versificación. Distínguese ésta, no sólo por su extrema belleza y elegancia, sino que, obedeciendo también en general á reglas fijas, se harmoniza en todo con las diversas alternativas de la acción.
No es fácil de decir lo que al descubierto les han dado que sufrir los enemigos y ocultamente los amigos, la carestía de todo lo necesario para la vida humana, los profundos pantanos, inaccesibles montañas, bosques impenetrables, fieras, climas destemplados, sed, hambre, extrema desnudez, total abandono de todas las cosas y jurada guerra de todo el infierno.
No contestó; como si hubiera querido cortar algo hendiendo el aire hizo girar silbando alrededor de su cabeza un fino junco que llevaba en la mano. Luego, continuó fustigando en el vacío con vehemencia extrema y añadió: ¡Si pudiera leer en sus ojos un sí o un no!... Jamás he visto otros ni más atormentadores ni más bellos, excepto los de mis dos primas que no me dicen nada.
Mañana os propondrá... os preguntará si queréis ser su mujer. No lo rechacéis. La mujer de Mathys exclamó la viuda con extrema palidez en las mejillas . ¿Yo la mujer de ese hombre vulgar y bajo? Os equivocáis respecto al sentido de mis palabras interrumpió la campesina . No digo que debéis ser la esposa de ese hombre despreciable. Aceptad su proposición en apariencia.
Los hombres dotados de esa extrema sensibilidad, tienen en general una cierta debilidad de voluntad que les hace replegarse en sí mismos al menor contacto extraño, y tanto mejor para ellos, pues así están al abrigo de los choques violentos del mundo que los rodea y que no serían capaces de soportar, pero ¡ay de aquellos a quienes una voluntad indomable, un carácter violento y apasionado, arrastran directamente al centro de los escollos y de las zarzas!
Palabra del Dia
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