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Actualizado: 26 de mayo de 2025


La alcanzó en una estrechísima callejuela. Marchaba de prisa, dirigiendo miradas atrás. Al divisar a alguna distancia a Krilov, casi echó a correr, no disimulando ya el temor. Krilov apresuró también el paso. En aquella callejuela obscura y desconocida, donde sólo se hallaban él y la muchacha, experimentó un malestar muy parecido al miedo. «¡Hay que acabarse dijo.

Ojeda experimentó cierto asombro. ¡Bajar al camarote!... ¡Tan pronto! Empezaba a inspirarle miedo esta lozanía esplendorosa y audaz de insaciables deseos. Pero tuvo buen cuidado de disimular su inquietud por orgullo sexual. «Dentro de media hora repitió ella . Mi dios... ya lo sabesMuy bien; no faltaría. Y ella se fue con la satisfacción de que dejaba a sus espaldas un hombre feliz.

Ella escudriñó su conciencia, llena de pequeñas acciones inocentes, y la infeliz se reprochó mil faltas imaginarias, y al día siguiente estuvo desempeñando sus quehaceres domésticos toda cabizbaja y con ojos llorosos. Antes de que el ministro hubiera tenido tiempo de celebrar su victoria sobre esta última tentación, experimentó otro impulso no ya ridículo, sino casi horrible.

Fué notable el fruto que causó este milagroso suceso; apenas quedó hombre de conciencia que no ajustase de nuevo todas las partidas con Dios con una confesión general; pero quien experimentó mayores los efectos fueron los dos pueblos de San Joseph y de San Francisco Xavier, que muchas veces le habían consolado y servido en aquella enfermedad.

Cuando escribió la palabra «libertino» experimentó un dolor tan intenso, tuvo tanta vergüenza del doctor y de misma, que no pudo ya escribir más; habiéndose tendido, sin soltar el cuaderno, en la cama, estuvo llorando toda la noche y emborronó con sus lágrimas dos páginas.

Inútil es decir que Romagné los recibía sin quejarse, temeroso de que un falso movimiento diese al traste con el experimento del doctor Bernier. El notario recibía buen número de visitas. Vinieron a verle todos sus compañeros de aventuras, que se burlaban del auvernés. Enseñáronle a fumar cigarrillos, y a beber vino y aguardiente.

Experimentó de pronto una gran confianza, semejante á la que le inspiraban los gerentes de Banco de buena presencia. A este señor se le podían confiar los intereses, sin miedo á que hiciese locuras. La avalancha de entusiasmo y emociones acabó por arrastrar á Desnoyers. Como todos los que le rodeaban, vivió minutos que eran horas y horas que parecían años.

Se engañó á la madre primero, se le pidió perdón después. La pobre mujer experimentó un vivo disgusto, tanto más cuanto que Velázquez no se apresuraba á borrar la afrenta con la bendición del cura.

La fuente del orgullo derramaba ahora por todo su cuerpo un goce inmenso y bravío. Sintió erguirse en la brisa, como una cresta de gallo, la pluma de su sombrero, y experimentó en los talones una extraña sensación de fuerza invencible. Hubiera querido lanzar, con toda su voz, hacia la luna, el grito de guerra de sus mayores.

Doña Manuela experimentó gran extrañeza al tropezar con una tenacidad que nunca había supuesto en su hijo. Se negaba resueltamente a firmar otro pagaré garantizando el crédito de su madre, y menos consentía aún en hipotecar su huerto para adquirir los tres mil duros. No, mamá decía tímidamente, pero con firmeza ; no puedo. Ya sabrá usted más adelante que eso no es posible.

Palabra del Dia

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