United States or Mongolia ? Vote for the TOP Country of the Week !


Ya ves, hijito decía para un mes antes de que el hecho fuera real , lo que ha pasado... No te lo quise decir para que no te disgustaras, porque al fin nuestra amiga es, y en casa se ha hecho este trabajo. Emilia le exigió el pago adelantado... Pura terquedad. ¡De repente, cañonazo!... Sobrino le pasó la cuenta.

Rosita, a quien el Conde se lo confiaba todo, quiso no pocas veces averiguar, en secreto y para ella sola, la verdad del caso. El Conde negó a Rosita que hubiese caso alguno que redundase en daño de don Braulio, y mostró enojo de que ella creyese que le había, y le suplicó, y hasta le exigió, que disipase tan absurdos rumores.

Mas he aquí que repentinamente se le antoja marcharse a Madrid. Fue necesario preparar el viaje instantáneamente. Manifestó su deseo por la mañana. Por la noche montaban padre e hija en la diligencia: con tal ímpetu y palabras extremosas exigió la niña el viaje. Una vez en la corte, cambió radicalmente su humor.

Llamó a Nuño, le exigió que absolviese a su hija de culpas que en realidad no tenía, y le ordenó que, sin entrar en nueva lucha con el rapaz, y sin acudir tampoco a otras personas para que no se enterase nadie de lo ocurrido, trajese al rapaz a su presencia para que ella le reprendiese duramente, como él merecía.

Lo primero que hizo el juez fué condenaile á pagar diez mil duros por la bulla que habia metido: oyóle luego con mucha pachorra, le prometió que exâmininaria el asunto así que voliera el mercader, y exîgió otros diez mil duros por los derechos de audiencia.

La señora Winthrop, que tenía un temor vago de los peligros inherentes a un viaje tan largo, exigió que le dieran la seguridad de que los viajeros no irían más allá de las regiones servidas por las diligencias y las lentas carretas. Estaba muy contenta, sin embargo, de que Silas volviera a ver su pueblo y descubrir si lo habían justificado de la falsa acusación de que había sido objeto.

Los prefectos los pidieron a su vez a los pueblos, y como éste es pequeño, su gente muy honrada y laboriosa, la autoridad sólo exigió al alcalde que le mandase a los vagos y viciosos. Ya conoce Vd. la costumbre de tener el servicio de las armas como una pena, y de condenar a él a la gente perdida. Es una desgracia.

De nuevo el buque se estremeció, de nuevo se oyó la estridente campana del maquinista pidiendo leña, y de nuevo Maal, desde la altura, exigió vapor, vapor, más vapor. Inútil esta vez. Nos dimos cuenta que, en vez de avanzar, retrocedíamos, lo que importaba el más serio de los peligros, pues, si la corriente conseguía tomar el barco cruzado, lo estrellaba seguramente contra las peñas de la orilla.

Al bajar del coche, junto al portal de su casa, Emma exigió que la ayudasen dos, que habían de ser Bonis y Minghetti; se dejó caer sobre ellos con todo su cuerpo, segura de no ser abandonada a su pesadumbre.

En cambio, exigió y obtuvo de D. Fadrique que le había de escribir dándole noticias de Clara, y avisándole del menor peligro que hubiese, para volar en seguida donde estaba ella. Don Carlos, aunque no era tímido ni torpe, no había obtenido jamás que Clara recibiese carta suya, y menos aún que le escribiese. Pero ¿qué mucho, si ni siquiera de palabra Clara le había dado á entender que le amaba?