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Actualizado: 9 de junio de 2025
La miseria cunde por todas partes, y el ánimo se abate al considerar nuestra situación. Nos es imposible aspirar á nobles fines, porque en la vida moderna nada puede lograrse; todas las mejoras materiales y morales son ilusorias cuando el Estado se halla próximo á una vergonzosa ruina. ¡Ah! Es preciso llamar sobre esto la atención del país. El Tesoro público está exhausto.
La corriente del río se precipitaba ahora hacia la costa brasileña, y el hombre pudo fácilmente atracar. Se arrastró por la picada en cuesta arriba, pero a los veinte metros, exhausto, quedó tendido de pecho. ¡Alves! gritó con cuanta fuerza pudo; y prestó oído en vano. ¡Compadre Alves! ¡No me niegue este favor! clamó de nuevo, alzando la cabeza del suelo.
Volví a casa completamente exhausto y helado, pues, a pesar de haber llevado puesto mi gran sobretodo de lana, que usaba para los paseos en coche cuando estaba en Helpstone, no había podido evitar que se colara el viento frío y cortante. Permanecí dos horas completas sentado junto al fuego para reparar lo perdido, hasta que al fin volvió mi amigo.
¿Nada tenían que ver con este paquete de cartas y la cifra? le interrogué impacientemente. No sé, pues jamás he visto las cartas de que usted hace mención. Cuando llegó aquí una noche fría, estaba exhausto, muerto de hambre y completamente abatido. Le hice comer, le di una cama para que descansara y le dije todo lo que quería saber.
La alborada clareó detrás de las persianas y me encontré reclinado en un diván, exhausto y semidesnudo, sintiendo el cuerpo y el alma desvanecerse, disolverse en aquel ambiente tibio donde erraba un olor suave de polvos de arroz, de hembras y de punch.
Conoce el Fiscal que las circunstancias actuales de la presente guerra con la nacion británica, lo exhausto del real erario, la necesidad de mantener reforzadas las plazas y presidios de este reino, y las inquietudes de él del Perú, de donde deben venir los correspondientes auxilios, pueden entorpecer la ejecucion de las expediciones proyectadas: pero si V.S. reflexiona, que aun despues de declarada la guerra se expidió el real órden, fecho en San Ildefonso, á 6 de Setiembre de 1779, que se halla á fojas 3 del expediente seguido por el capitan D. Manuel de Orejuela, sobre la asignacion y goce de su sueldo, en que se le mandó saliese inmediatamente de la corte, y se pusiese en marcha para esta ciudad á cumplir la comision conferida á esta Capitanía General, verá que la real voluntad es, que se verifiquen dichas expediciones, aun en estas propias circunstancias, aunque sin noticias de las citadas revoluciones del Perú, que han inferido tan crecidos gastos á la real hacienda.
Lindo es el montecito que domina por el Este a la ciudad, donde a brazo partido lucharon antaño, macana contra lanza y carne contra hierro, el jefe de los indios y el jefe de los castellanos, y de barranco en barranco abrazados, matándose y admirándose iban cayendo, hasta que al fin, ya exhausto, e hiriéndose con su propia macana la cabeza, cayó el indio a los pies del español, que se levantó la visera, dejando ver el rostro bañado en sangre, y besó al indio muerto en la mano.
No que estuviésemos escribiendo todo el tiempo ni mucho menos; pero había otros quehaceres auxiliares del periodismo, que no por ser materiales dejaban de participar de su alteza: sea ejemplo el arte delicado de cortar, escribir y pegar las fajas, en el que sobresalíamos casi todos, y el no menos noble y exquisito de pegar los sellos con la propia saliva, en el que ya quedaban algunos rezagados, seco y exhausto el gaznate.
Pasé, pues, solo con el señor D'Orsel, casi la mitad de la velada; estaba inerte, insensible, y como si se me hubiera helado la sangre; tan poco sentido me quedaba para reflexionar y tan exhausto de fuerzas estaba para moverme. Eran cerca de las diez cuando entró Magdalena, cambiada hasta dar miedo, desconocida, con el aspecto de un convaleciente a quien la muerte ha tocado de cerca.
Con motivo del nacimiento del infante D. Felipe Próspero á 28 de noviembre tuvieron la ciudad y el cabildo catedral grandes fiestas, que duraron hasta el año siguiente; pero la temprana muerte de este príncipe trocó en desconsuelo la pública alegría. El real erario, siempre exhausto, exigia nuevos impuestos.
Palabra del Dia
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